En el Día Mundial de la Salud Mental, y en todos, cuidado con los psicofármacos
Hoy 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Y no corren buenos tiempos para la misma. Me preocupa especialmente la epidemia «fantasma» de efectos adversos provocados por las ingentes cantidades de fármacos que está consumiendo la población para problemas emocionales y psicológicos.
En una encuesta realizada hace un año por el sindicato CSIF entre trabajadores de la admnistración pública, más del 50%, en concreto el 55%, reconocía que antes de la pandemia no consumían fármacos como ansiolíticos, antidepresivos o somníferos y ahora sí lo hacen.
Esto es peligroso. Los psicofármacos pueden ser útiles en algunos casos o situaciones concretas, pero siempre tomados a la menor dosis posible y durante el periodo más corto de tiempo. Acordáos de lo que publicamos hace unos días:
Algunas personas que toman medicamentos tranquilizantes creen que les sigue aliviando la ansiedad o el insomnio pero, realmente, lo que les mejora es el síndrome de abstinencia (mono) causado por la dependencia que se produce tras 2 o 4 semanas de tratamiento y esto dificulta dejar de usarlas.
Los psicofármacos más consumidos entre el personal del ámbito sanitario y educativo, según la citada encuesta, son ansiolíticos (66% de los encuestados reconoce su uso), antidepresivos (43,6%) y somníferos (32,1%).
Y otro dato, este del Observatorio del Medicamento que señala que en 2021 se dispensaron casi 51 millones de recetas de estos fármacos, un incremento que, según esta institución, responde al aumento de esas patologías psicológicas y psiquiátricas de los últimos años.
En muchas ocasiones, el estrés o la depresión, hacen que confiemos en estos preparados farmacológicos, pero lo que no muchas personas conocen es que son tan peligrosos que pueden conseguir el efecto contrario al deseado.
Nadie con una profunda depresión, de esas en que se te puede pasar por la cabeza suicidarte, imagina que el medicamento que estás tomando para aliviarla, puede conducirte a quitarte la vida. Sin embargo, desde hace tiempo se sabe que los fármacos antidepresivos doblan los daños relacionados con el suicidio y la violencia en adultos sanos.
Un dato concreto: Cada 16 personas sanas tratadas con antidepresivos, una sufrirá alguno de los daños investigados.
Y otro grupo de tratamientos psicofármacos muy usado es el de los antipsicóticos o neurolépticos. Sus terribles efectos adversos los explicamos en este post hace más de 10 años de la mano de un psiquiatra. Los comentarios, más de 1.300, lo dicen todo: Las consecuencias de «medicalizar» con peligrosísimos antipsicóticos.
Todos los psicofármacos de los que estamos tratando son hoy recetados como chuches. Y cada vez más. Recuerdo que hace 10 años el conseguimos una importante sentencia judicial. El Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) condenó a la Administración pública aragonesa por la exclusión educativa de un joven afectado de autismo y con discapacidad severa.
Por primera vez, un juez indicaba en una sentencia que los afectados de autismo no pueden ser excluidos o ser medicados con pastillas ineficaces para esa dolencia, en referencia a los antipsicóticos. Se hacía patente el desastre al que asistimos en la actualidad: la receta masiva, sin indicación autorizada, de los psicofármacos (entre otros grupos de medicamentos).
Es decir, que se dan a personas que ni siquiera tienen la dolencia que se pretende combatir con ellos. Por todo ello, me parece increíble el trabajo que está haciendo la Asociación de Afectados por Fármacos (ADAF), que está documentando esta epidemia fantasma de lesiones por tratamientos médicos.
Los psicofármacos NO son una solución para los problemas de la vida diaria.