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Vuelve la gripe aviar a España: una historia de silencios, riesgos y aprendizajes incompletos

La noticia ha vuelto a ocupar titulares: se han confirmado varios focos de gripe aviar en aves silvestres y en explotaciones avícolas de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Andalucía. Sevilla lidera el número de registros y el virus ya ha alcanzado incluso al Parque Nacional de Doñana, uno de los enclaves de biodiversidad más relevantes de Europa.

El subtipo H5N1 del virus de la gripe, considerado de alta patogenicidad en aves, reaparece en un país que, en teoría, ya tenía experiencia en gestionarlo. Sin embargo, cada ciclo informativo sobre esta enfermedad deja la sensación de que las autoridades repiten los mismos mensajes tranquilizadores mientras escatiman explicaciones de fondo.

Y esto es algo que, como he escrito en múltiples ocasiones a lo largo de los últimos quince años, merece un análisis crítico: ¿qué hay realmente detrás de la gripe aviar? ¿Qué sabemos, qué se calla, y a quién sirve este relato?

La larga sombra de la gripe H5N1

La gripe aviar no es nueva. Se describió hace más de un siglo, y desde 2003 los brotes de H5N1 en Asia pusieron al mundo en alerta, con la posibilidad de que el virus mutara y se transmitiera de humano a humano de manera sostenida, lo que podría derivar en una pandemia.

En aquel tiempo, la alarma social fue gigantesca. No pocas farmacéuticas y gobiernos aprovecharon el miedo para comprar millones de dosis de antivirales como oseltamivir (Tamiflu), cuyo beneficio real frente a esta enfermedad sigue hoy cuestionado por estudios independientes.

Fue en esa coyuntura donde publicamos investigaciones mostrando cómo la gestión mediático-política de la «supuesta gran pandemia» se mezclaba con intereses económicos de escala global.

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Quince años después, el guión se repite con ligeras variaciones: se detectan focos en animales, se nos dice que «no hay riesgo serio para humanos», y se pide «calma pero vigilancia».

Pero rara vez se abre un debate transparente sobre los modelos de ganadería industrial, el papel de las migraciones forzadas de aves por la destrucción de hábitats, o la precariedad del sistema de vigilancia epidemiológica en nuestro país.

Andalucía es ahora mismo la comunidad más afectada. El hecho de que sea zona de paso en rutas migratorias convierte su territorio en un lugar idóneo para la propagación del virus desde aves silvestres a explotaciones.

Lo que preocupa esta vez es que el virus ya ha llegado al Espacio Natural de Doñana. Recordemos que Doñana es refugio de especies claves y uno de los humedales más importantes de Europa, pero también se ha visto asediado durante décadas por la intensificación agrícola (fresas, regadíos ilegales, urbanismo).

En este contexto, la entrada de la gripe aviar no puede analizarse solo como un problema sanitario, sino como síntoma de una crisis ecológica más amplia, donde los sistemas naturales pierden capacidad de resiliencia ante patógenos.

Cómo se contagia y a quién afecta

Según los datos oficiales, el virus se transmite entre aves principalmente por contacto con heces, secreciones respiratorias, agua, alimentos o utensilios contaminados. Los animales más vulnerables son las gallináceas de corral, mientras que patos y gansos pueden actuar como portadores silenciosos.

En humanos el contagio es raro y solo se da en casos de contacto directo y prolongado con aves infectadas. No hay constancia de transmisión sostenida entre personas ni tampoco de casos por consumir carne o huevos.

Los síntomas registrados en personas infectadas se parecen mucho a los de la gripe estacional: fiebre, tos, dolor de garganta, cefalea, mialgias e incluso vómitos y diarreas. Los casos graves pueden derivar en neumonía y alta mortalidad, pero insisto: se trata de eventos extremadamente infrecuentes.

Aun así, los organismos de salud pública vuelven a repetir la advertencia genérica: «hay que vigilar de cerca la evolución porque una mutación podría convertir al virus en un candidato a pandemia«. Oír esta cantinela tantas veces sin medidas estructurales que apunten al origen del problema debería llamarnos a la reflexión.

Pollos

Los silencios de siempre: la industria avícola y el sistema agroalimentario

Cada vez que la gripe aviar reaparece, se genera un foco de atención que dura pocos días en los medios generalistas. Pero hay aspectos que rara vez se mencionan con claridad:

  • La industrialización masiva de la avicultura, con granjas donde miles de animales viven hacinados, es un caldo de cultivo para que un virus circule y mute.
  • Los sistemas de biodiversidad agrícola se han ido perdiendo, con razas locales desaparecidas frente a híbridos seleccionados por su productividad, menos resistentes a enfermedades.
  • El tráfico legal e ilegal de aves, unido a los mercados de animales vivos en Asia y otras regiones, continúa sin un control real.
  • España, uno de los grandes productores de pollo y huevos de Europa, tiene mucho que perder si el mercado percibe inseguridad, lo que explica la insistencia en mensajes de tranquilidad.

La ecuación es clara: la salud de las personas y de los ecosistemas queda subordinada a un modelo económico que externaliza riesgos sanitarios mientras maximiza ganancias privadas.

No es casualidad que la gripe aviar haya sido una de las grandes aliadas de la industria farmacéutica en materia de ventas masivas de antivirales y vacunas experimentales. En 2005 y 2006, bajo la presión del miedo al H5N1, toneladas de Tamiflu fueron adquiridas y almacenadas por gobiernos, para luego quedar arrumbadas en almacenes cuando la «gran pandemia» nunca llegó.

Más tarde, en 2009, con la gripe A (H1N1), se repitió la misma coreografía: medios alarmistas, compras precipitadas, millones en gastos de dinero público y un retorno tangible en seguridad sanitaria más que dudoso.

Hoy, en 2025, las últimas informaciones sobre el regreso de la gripe aviar no hablan –todavía– de antivirales ni de campañas de vacunación masiva, pero el terreno está abonado. Las farmacéuticas saben que, ante cada brote mediático de virus zoonótico, la confianza pública se inclina hacia soluciones de laboratorio, aunque no exista evidencia robusta de su eficacia preventiva.

Con la gripe aviar, como con el ébola o la propia COVID-19, aprendimos lo mismo pero seguimos sin actuar a fondo:

  • Las zoonosis emergen allí donde los ecosistemas se destruyen y los humanos entramos en contacto más frecuente con reservorios animales.
  • El sistema agroalimentario industrializado multiplica el riesgo.
  • Los sistemas de vigilancia sanitaria y de investigación funcionan con opacidad y con una alta dependencia de instituciones internacionales que a menudo están influidas por lobbies industriales.
  • La comunicación pública oscila entre el alarmismo para generar obediencia y la minimización para proteger sectores económicos.

El papel de los medios y la ciudadanía

He insistido en varios artículos: la información que recibimos sobre la gripe aviar es fragmentada e interesada. Un día se publican titulares que hablan de «posible pandemia», al siguiente se enfatiza que «no hay riesgo en humanos» y se cierra el ciclo informativo.

El ciudadano queda atrapado en un vaivén emocional sin capacidad de análisis crítico. Y eso juega en favor de los sectores que prefieren que no nos hagamos las preguntas incómodas: ¿qué modelo de consumo alimenta estas crisis? ¿Quiénes son responsables de regular y vigilar granjas, mercados o corredores de aves migratorias? ¿Dónde queda la inversión en salud pública preventiva frente a la que se destina a medicamentos de dudosa utilidad?

Si el virus H5N1 sigue reapareciendo en España y otros países, es porque seguimos sin atender las raíces. Una agenda realista de prevención pasaría por:

  • Frenar la ganadería intensiva de alta concentración en pro de sistemas más diversificados y a menor escala.
  • Recuperar razas locales aviares más resistentes, con planes de fomento agroecológico.
  • Proteger hábitats naturales y espacios como Doñana, evitando que la presión agrícola y urbanística degrade ecosistemas clave.
  • Invertir en vigilancia epidemiológica independiente y transparente.
  • Cambiar la narrativa mediática del miedo por una información crítica, equilibrada y educativa.

Conclusión: entre la alarma y el olvido

La gripe aviar vuelve a España. Los titulares lo anuncian, las autoridades tranquilizan, y probablemente dentro de unas semanas el tema habrá desaparecido de la agenda mediática. Hasta la próxima reaparición.

Mientras tanto, se seguirán sacrificando decenas de miles de gallinas y se recomendará a la población «no alarmarse». El círculo vicioso continuará, a menos que como ciudadanía nos decidamos a poner la lupa donde nunca la ponen los comunicados oficiales: en el modelo de producción que multiplica riesgos, en los intereses económicos que gestionan la información y en la necesidad urgente de una política de salud pública centrada en la prevención y la ecología.

Quince años de historias sobre la gripe aviar nos han mostrado que no se trata solo de un virus. Se trata de cómo estamos organizando nuestra convivencia con los animales, con la naturaleza y con los mercados globales. Y de si estamos dispuestos a aprender de verdad, o a seguir repitiendo la misma alerta cada pocos años, como un ritual que algunos convierten en negocio y otros en resignación.

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