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Torre Pacheco: La cara B del campo español y la urgencia de otro modelo

No, lo de Torre Pacheco no es un altercado puntual, ni producto de culturas incompatibles, como algunos titulares interesados se empeñan en remarcar. Lo sucedido es el síntoma de un sistema enfermo, podrido hasta la raíz, sostenido sobre la explotación -generalmente de inmigrantes– para alimentar la voracidad de la agroindustria exportadora.

Un sistema que ha normalizado sacrificar derechos humanos y medio ambiente a cambio de frutas y verduras baratas en los mercados de Europa.

La foto es la de siempre: miles de hectáreas bajo plástico, una “modernidad” impostada que en realidad esconde salarios de miseria, vidas en chabolas, gente sin papeles, y una indiferencia institucional rayana en la complicidad.

Es un modelo basado en apretar hasta el límite a quienes cultivan nuestros alimentos y después mirar para otro lado frente a la segregación, la precariedad y la desigualdad.

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Un mapa de la injusticia

No es solo Murcia y el Campo de Cartagena. Si trazáramos sobre el mapa los focos de conflictividad social, veríamos cómo se solapan con los polos agroexportadores como Almería o Huelva, donde la violencia brota cada vez que el sistema lleva demasiado tiempo sin parchear sus grietas.

Da igual el origen: rumanos, marroquíes, subsaharianos… todos empujados a los márgenes de la dignidad.

Un dato para el escalofrío: hasta un 89% de la mano de obra agrícola en Huelva es extranjera; en Murcia, un 82%; en Almería, un 62%; y en Lleida, un 51%. Solo en Torre Pacheco, el 83% de los contratos están ligados al campo, y se calcula que al menos 20.000 personas trabajan sin contrato y bajo condiciones de explotación. La lista es interminable y la resignación, escandalosa.

Algunos, poco documentados y violentos, reclaman una España sin inmigrantes… que no podría comer sin ellos y su mano de obra esclava en el «sueño español agroindustrial».

Nos han vendido durante décadas el mito de la “agricultura moderna”, competitiva y eficiente. Pero la realidad, como denuncian las propias Naciones Unidas, es que aquí se sigue alimentando un mercado laboral de segunda, menoscabando derechos elementales y estableciendo una doble vara de medir: Trabajadores descartables para una industria insostenible.

No es una crisis de inmigración, es una crisis de explotación. Pero nadie parece perseguir a quienes amasan fortuna explotando a miles de seres humanos en condiciones infrahumanas, mientras la salud y la cohesión social se sacrifican en el altar de la productividad.

Hay alternativa: Agricultura ecológica

Lo urgente es abolir este modelo de monocultivo que solo sobrevive mordiendo su propio rabo: necesita mano de obra barata, pero rechaza sus necesidades y derechos más básicos. ¿La alternativa real? Apostar de verdad por la agricultura ecológica.

La agroecología renuncia al veneno de los plaguicidas y los fertilizantes sintéticos en su mayor parte tóxicos, protege la salud de quienes trabajan la tierra y restituye a los suelos su ciclo natural.

Pero también significa apostar por el equilibrio social: dignificar la vida de los agricultores, remunerarlos justamente, y vincular el precio de los alimentos a la justicia social y medioambiental, no a la explotación y al abuso.

Los proyectos de agricultura ecológica demuestran que se puede producir alimentos de otra manera: más sana, más humana y también más rentable a largo plazo. Y el consumidor cada día lo premia, pagando más por productos sostenibles, libres de esclavitud y venenos químicos.

Porque elegir la que comida que ingerimos es un acto político y, sobre todo, un acto de Justicia. La agricultura ecológica no solo protege la salud de los agricultores, sino que también mejora la calidad del aire, del agua y de los alimentos que consumimos.

La transición a la agricultura ecológica también tiene beneficios económicos a largo plazo. Cada vez hay más demanda de productos BIO en España y en todo el mundo.

Es hora de dejar de aceptar excusas y relatos huecos. Torre Pacheco, como todo el campo español, merece políticos que se mojen de verdad: erradicar la explotación, regularizar y dignificar a quienes trabajan la tierra, y promover una agroalimentación que NO necesite esclavos.

La agroecología es el único campo donde brota futuro.

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2 comentarios

  1. ¿Lo sabes tú? enlaza los datos. Si no lo haces confirmaremos que estamos ante otro comentario cuñao de barra de bar. Datos de entidades como «Save a Hater» y «Cruz Roja» demuestran que la mayoría de los beneficiarios de ayudas sociales son españoles, y que la proporción de extranjeros beneficiarios es menor… estoy seguro de que lo tuyo tiene cura, háztelo mirar.

  2. No tienes ni idea de agricultura ni de campo, se nota. ¿tu sabes cuantos emigrantes están trabajando con contratos de horas porque no quieren hacer más para que no les quiten las pagas que tienen?. Eso los que quieren trabajar, que la mayoría no lo necesita porque les subvencionamos . Vente a Vicar, El Puche, las 200 en Roquetas, Nijar, EL Ejido, y cuando veas las terrazas de los bares (sus bares) llenas de hombres a las 12 de la mañana me cuentas cuantos están «siendo explotados», pobrecitos. Ellas lo mismo, unos meses en almacenes para que les den de alta y a partir de ahí cobrar ayudas y el paro. Esa es la realidad, no la que vende la izmierda. Aquí en Almería hay mas de 60.000 rumanos, Ningún problema. trabajan, tienen hijos, se compran pisos, etc. Hispanos, generalmente bien salvo las bandas latinas que eso es un problema hasta para ellos. Los problemas solamente se tiene con los marroquis, será por algo. No es racismo, es por seguridad. Parece mentira lo batallador que fuiste con el kovi y ahora andes comprando el discurso de la izmierda.

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