Cáncer de mama
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Lo que debes saber sobre los riesgos de los implantes mamarios

Hoy quiero contaros, de la forma más clara posible, una noticia que nos pone frente a una realidad poco conocida pero muy importante para la salud de miles de mujeres: el seguimiento de los casos de Linfoma Anaplásico de Células Grandes (LACG) asociados a implantes mamarios, según el último informe publicado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

El LACG, es un tipo raro de cáncer, concretamente un linfoma no Hodgkin, que puede afectar a diferentes tejidos del cuerpo, incluida la mama, especialmente en mujeres que llevan implantes mamarios.

No es un cáncer de mama como tal, sino un linfoma, es decir, un cáncer que se origina en las células del sistema inmunitario, los linfocitos. En este caso, el LACG se desarrolla en la cápsula fibrosa que el propio cuerpo forma alrededor del implante, como reacción natural a un cuerpo extraño.

Este linfoma se detecta porque aparecen células malignas en esa cápsula o en el líquido que a veces se acumula alrededor del implante. Puede manifestarse como un aumento de volumen, dolor o inflamación en la zona de la mama, años después de la colocación del implante. En casos más avanzados, puede extenderse a otras partes del cuerpo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció oficialmente esta enfermedad en 2016, aunque se describió por primera vez en 1997. Desde entonces, la comunidad médica y las agencias reguladoras han ido aumentando la vigilancia y el conocimiento sobre el tema.

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Cáncer de mama, reconstrucción y estética

Para entender la importancia de esta noticia, hay que situarla en el contexto del cáncer de mama y la cirugía mamaria. Muchas mujeres, tras un cáncer de mama, optan por la reconstrucción mamaria mediante implantes. Otras lo hacen por motivos estéticos. En ambos casos, los implantes mamarios han sido una solución ampliamente utilizada y, en general, segura.

Sin embargo, como todo producto sanitario, los implantes no están exentos de riesgos. El LACG asociado a implantes mamarios es uno de esos riesgos. La noticia que hoy nos ocupa trata precisamente de cómo se está vigilando y estudiando este problema en España y en Europa, y de qué datos tenemos hasta ahora.

La AEMPS, junto con sociedades médicas y otros países de la Unión Europea, lleva varios años haciendo un seguimiento de los casos de LACG asociados a implantes mamarios. Hasta el año 2024, la AEMPS había recibido 137 notificaciones de sospechas de LACG en mujeres portadoras de implantes mamarios.

De esos 137 casos sospechosos, se han confirmado 102 como verdaderos casos de LACG. Estos datos se recogen en el quinto informe anual que acaba de publicar la Agencia, y que resume la evolución de este problema desde 2012, año en que se notificó el primer caso en España.

¿Cómo se detecta y estudia el LACG?

En 2019, la Comisión Asesora de Implantes Mamarios y Afines, junto con expertos en oncología y hematología, elaboró un protocolo específico para la detección y el estudio del LACG asociado a implantes mamarios. Este protocolo se ha ido actualizando, la última vez en 2024, incorporando los últimos avances científicos y clínicos sobre la enfermedad.

Los objetivos de este protocolo son tres:

  • Detectar los casos de LACG en mujeres con implantes mamarios.
  • Establecer los pasos que deben seguir los profesionales sanitarios ante una sospecha de LACG, para asegurar un diagnóstico correcto y un tratamiento adecuado.
  • Recoger información que permita evaluar si realmente existe una asociación entre el LACG y los implantes mamarios, y en qué medida.
FotoCancerMama

La comisión encargada de este protocolo también evalúa y valora toda la información recogida sobre los casos confirmados y la comunica a la Agencia, que a su vez la comparte con la comunidad médica y la sociedad.

Es importante destacar que, tras la publicación del protocolo en 2019, el número de casos notificados aumentó considerablemente respecto a años anteriores.

Esto no significa necesariamente que la enfermedad sea más frecuente, sino que ahora se detecta mejor y se notifica más gracias a la sensibilización de los profesionales sanitarios y a la existencia de un procedimiento claro para hacerlo.

Aunque el LACG puede aparecer en cualquier tipo de implante mamario, la mayoría de los casos hasta la fecha se han asociado a implantes de superficie texturizada, que son los más utilizados en reconstrucción mamaria tras cáncer.

¿Qué síntomas deben alertarte?

Los síntomas más frecuentes que pueden hacer sospechar la presencia de un LACG en mujeres con implantes mamarios son:

  • Aumento repentino del tamaño de la mama (por acumulación de líquido o seroma)
  • Dolor, enrojecimiento o inflamación de la zona
  • Aparición de un bulto o masa cerca del implante
  • Cambios en la forma o consistencia de la mama

Si una mujer portadora de implantes mamarios presenta alguno de estos síntomas, debe consultar con su médico para que valore la necesidad de hacer estudios específicos, como una ecografía, una resonancia magnética o una punción del líquido alrededor del implante.

El diagnóstico se confirma mediante el estudio del líquido periprotésico o de la cápsula que rodea el implante, buscando la presencia de células malignas características del LACG. En la mayoría de los casos, el tratamiento consiste en la extracción del implante y de la cápsula que lo rodea.

Si la enfermedad está más avanzada, puede ser necesario añadir quimioterapia o radioterapia, aunque esto es menos frecuente.

El pronóstico suele ser bueno cuando se detecta a tiempo y se realiza el tratamiento adecuado. Por eso es tan importante la vigilancia y la información tanto a los profesionales sanitarios como a las mujeres con implantes.

Baja seguridad de implantes mamarios

Lo que hoy se publica no es un hecho aislado sino el resultado de años de escándalos, denuncias y luchas de mujeres afectadas por la falta de seguridad y transparencia en el mundo de los implantes mamarios.

En 2019, Francia retiró del mercado varios modelos de implantes texturizados por su relación con el LACG. Ya en 2011 se detectaron decenas de casos de este linfoma en Francia y que, aunque el riesgo era “poco común pero grave”, las autoridades sanitarias recomendaban no explantar las prótesis para no alarmar a la población.

La información se dio “con cuentagotas” pues las agencias regulatorias preferían minimizar el problema antes que afrontarlo de cara.

En ese mismo artículo, ya relacionaba yo el escándalo del LACG con el caso de las prótesis PIP, retiradas del mercado en 2010 tras descubrirse que estaban fabricadas con silicona industrial no apta para uso médico.

Aquella crisis afectó a cientos de miles de mujeres en todo el mundo y puso en evidencia la laxitud de los sistemas de vigilancia de productos sanitarios. Mientras Francia actuó con rapidez, en España la respuesta fue tardía y deficiente, dejando a muchas mujeres desamparadas y sin apoyo institucional para la retirada de las prótesis defectuosas.

La historia de Cristina Manzano, que recogí en este blog, es un ejemplo de las consecuencias humanas de esa desprotección: tras un tumor mamario a los 15 años, recibió implantes PIP y, años después, la clínica y el cirujano responsables desaparecieron, dejándola sola ante los riesgos y los costes de la explantación.

La Administración, que prometió ayudar, incumplió su palabra, y muchas mujeres siguen hoy con prótesis potencialmente peligrosas en su cuerpo.

El nuevo informe de la AEMPS sobre el LACG asociado a implantes mamarios se enmarca precisamente en este contexto de escándalos, negligencias y reformas regulatorias.

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Y estos problemas no se limitan a los implantes mamarios: otros dispositivos, como las mallas vaginales o el anticonceptivo Essure, han causado daños a miles de mujeres, revelando un patrón de falta de control, información y apoyo institucional ante los efectos adversos de productos sanitarios.

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