La historia del fármaco antiepiléptico pregabalina (la marca más conocida es Lyrica) está llena de promoción ilegal, médicos “incentivados” para que lo receten, asociaciones de pacientes que hacen lobby para su uso, multas por publicidad ilegal e indicaciones no aprobadas en Europa que se han obviado. Una joya de tratamiento que datos recientes lo describen como casi inútil y peligroso.
He publicado sobre el medicamento Lyrica desde que abrí el blog. El primer post data de enero de 2008. Debe de hacer mucho tiempo porque entonces la prensa internacional estaba preguntándose si existe o no la fibromialgia y si la poderosa multinacional farmacéutica que fabrica Lyrica, Pfizer, tiene que inventarse una enfermedad (la citada) para tener importantes ganancias.
Hoy nadie duda de la existencia de dicha enfermedad. Lo que no ha cambiado es que sigue utilizándose este medicamento para esa indicación y otras muchas, todas ellas relacionadas con el dolor, cualquier tipo de dolor.
Ya entonces «predecíamos» el «mal uso de esta medicación, un uso masivo, lo cual tiene consecuencias graves para el paciente que no debería tomarla o que debería tomarla en dosis muy pequeñas con un seguimiento cuidadoso y constante».
Hace poco leí en el blog del médico Rafa Bravo un post titulado Malos tiempos para la Lyrica. En él, ya en marzo de 2017 escribe sobre
unos [pregabalina -Lyrica- y gabapentina [Neurontin, también de Pfizer y por cuya extensión de indicaciones de manera alegal la multinacional fue condenada en USA] que cada día que pasa, se muestran como sobrevalorados y sobreprescritos«.
La clave está en la extensión (¿artificial?) de las indicaciones del tratamiento sobre todo al dolor neuropático. Allí donde haya un nervio que «duele» ¡toma receta de Lyrica! Para documentar que el marketing de Lyrica es eso, marketing de indicaciones basadas en campañas promocionales más que en evidencias (pruebas científicas), Bravo recurre a un reciente ensayo clínico publicado en una de las revistas médicas de más prestigio e influencia, el Journal of American Medical Association (JAMA). Este trabajo se centra el la ciática.
La conclusión es clara: la pregabalina no redujo la intensidad del dolor de la ciática y no mejoró tampoco en otros resultados (se evaluaron el grado de discapacidad, la intensidad del dolor de espalda, y medidas de calidad de vida en tiempos concretos durante un año) en comparación con el placebo durante las ocho semanas en las que se probó. Pero además, la incidencia de reacciones adversas fue mayor que en el grupo de personas con las que se ensayaba que sólo tomaron placebo.
Así que Lyrica, al menos con la ciática, es ineficaz y ofrece más riesgos que no tomar nada o no usar el medicamento. Cabe preguntarse si existen otros estudios con los mismos resultados en otros tipos de dolores para los que la receta del remedio originario de Pfizer es norma.
La extensión de la indicación de este mal remedio se ha conseguido mediante estrategias habituales como la «contratación» de asociaciones de personas enfermas (ocurrió con algunas organizaciones de pacientes de fibromialgia) y de líderes médicos de opinión que dieran a conocer el problema y la «solución».
Así lo contamos en 2009: Pfizer, Lyrica y el conflicto de interés sobre la fibromialgia.
Y luego está el uso «recreativo» de las dos drogas comentadas. En Estados Unidos hay un problema enorme con ello; un mercado negro boyante. El propio Bravo recogía en un post de 2013 las advertencias que un médico plasmaba en el British Medical Journal, otra de las publicaciones más reconocidas en el ámbito médico:
Han muerto personas a causa de los medicamentos que les he recetado. He racionalizado que estos fármacos se prescriben de buena fe y de acuerdo con las guías y que las muertes fueron el resultado de un mal uso».
Así empieza el texto y en él, Des Spence, asocia a pregabalina y gabapentina varias decenas de muertes anuales sólo en USA. Bien, pues estos son medicamentos de los más recetados en las consultas para todo tipo de dolores.
En 2015 caducó la patente de Lyrica. Terminó el monopolio y otros laboratorios tiene derecho a fabricarlo y comercializarlo. Dicho fármaco registraba entonces unas ventas superiores a los 108 millones de euros en el último año.
Durante el año anterior, en 2014, fue el medicamento que más gasto farmacéutico generó pues se vendieron 4,74 millones de unidades, lo que le convirtió en el superventas de los preparados con receta, con una facturación de 276,55 millones de euros.
Quizá sorprenda menos si repasamos su historia, llena de promoción ilegal, médicos “incentivados” para que lo receten, asociaciones de pacientes que hacen lobby para su uso, multas por publicidad ilegal e indicaciones no aprobadas en Europa que se han obviado. Una joya de tratamiento que en algunas indicaciones es casi inútil y peligroso.