Relacionan la presencia de arsénico con el cáncer. El arroz en el punto de mira
Ha publicado El País un interesante mapa del mineral arsénico y su relación con el cáncer en España. El arsénico es un elemento químico natural, no sintético, que además de estar libremente en la naturaleza tiene usos industriales. Es esencial para la vida aunque tanto el arsénico como sus compuestos son extremadamente tóxicos.
Se estima que alrededor de un 10% de la población mundial -en torno a 300 millones de personas- se abastecen de agua de reservorios subterráneos contaminados.
El informe que cita el diario lo han realizado científicos del Centro Nacional de Epidemiología y muestra una asociación estadística entre vivir en zonas con elevada cantidad de arsénico con la posibilidad de padecer determinados tipos de cáncer, aunque no hay causalidad, es decir, que no por vivir en esas comarcas se va a padecer la enfermedad.
En el trabajo se han analizado más de 860.000 muertes por cáncer en casi 8.000 municipios españoles, ocurridas entre 1999 y 2008.
La mortalidad por cáncer de estómago, páncreas, pulmón, cerebro y linfoma no Hodgkin se eleva en los lugares con niveles más altos de arsénico. Por contextualizar el asunto, factores como el consumo de tabaco, alcohol y comida basura son habitualmente mucho más decisivos a la hora de desarrollar un cáncer.
El arsénico está en la naturaleza en forma de piedra pues es un mineral con propiedades metálicas. Y son los procesos naturales, como la erosión de las rocas o los incendios forestales quienes lo «destapan» pero llega a nosotros también a través de las emisiones industriales y de su uso como conservante de la madera, herbicida o insecticida.
Un ejemplo preocupante es el cultivo del arroz. Las plantas absorben fácilmente el arsénico cuando llega a contaminar las aguas y el cultivo del arroz requiere grandes cantidades de agua, hasta empapar literalmente a la planta. El arroz y sus productos son los primeros alimentos típicos que se da a los niños y este año se ha publicado un nuevo estudio que concluye que los niños que comen más arroz tienen concentraciones de arsénico urinario más elevadas que aquellos que no consumen ningún tipo de arroz.
Así que, como vemos, una de las principales maneras de contaminarnos con arsénico está en nuestra alimentación.
¿Cuales son las principales causas de la presencia de arsénico en los alimentos? Los residuos de usos industriales; la producción de aceros especiales; la fabricación de pinturas, vidrio y esmaltes; los residuos de usos agrícolas como herbicidas, fungicidas, insecticidas, rodendicidas (para matar roedores) o fosfatos que contienen arsénico.
Pero también lo encontramos en la suplementación mineral de los piensos que toman los animales de granja que luego nos comemos. Por ejemplo, se usa ácido arsanílico en la alimentación de cerdos y aves de corral para promover su crecimiento.
Y en las industrias que emiten arsénico como las centrales térmicas de carbón, las incineradoras y los hornos de fundición. Es llevado al medio ambiente a través de una combinación de procesos como la actividad minera y el uso de combustibles fósiles.
Siendo extremadamente tóxico, os cuento como curiosidad que el arsénico se emplea en algunos medicamentos. Históricamente el arsénico se ha usado con fines terapéuticos prácticamente abandonados por la medicina occidental. Los antiguos observaron sus virtudes contra las toses pertinaces, afecciones de la voz y las disneas.
Se ha ido abandonando por su toxicidad pero recientemente se ha renovado el interés por su uso como demuestra el caso del trióxido de arsénico para el tratamiento de pacientes con leucemia promielocítica aguda.
El trióxido de arsénico pertenece a una clase de medicamentos llamados antineoplásicos. Actúa retardando o frenando el crecimiento de las células cancerosas.
Fijaos qué curioso que puede ser útil en el tratamiento del cáncer y al tiempo de lo que aquí tratamos es de su relación con varios tipos de cáncer.
Las conclusiones del trabajo del Centro Nacional de Epidemiología nos llevan a pensar que habría que controlar y limitar los niveles de arsénico en el suelo y en los alimentos.
Hace cinco años el autor del reportaje de El País informaba de que la Unión Europea estaba ultimando nuevos límites legales para este tóxico en alimentos, hasta entonces inexistentes. Ya se advertía de que el riesgo para la salud aumenta en bebés, más dependientes del arroz, en concreto por el consumo de potitos con dicho vegetal.
Al final, ha sido en junio de 2015 cuando la UE ha publicado nuevos límites de arsénico en los alimentos y en concreto en el arroz.
Algunos estudios de toxicidad del arsénico indican que muchas de las normas actuales basadas en las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan concentraciones muy altas y plantean la necesidad de reevaluar los valores límites basándose en estudios epidemiológicos. El ahora publicado es un ejemplo.
Me pregunto si en la acumulación de arsénico en la tierra y en el agua no tendrá también algo que ver un tema ligado a los residuos industriales, concretamente el uso de los lodos de depuradora para abonar los campos. Hago mención de esos lodos porque es un tema que esta siendo silenciado.
Desde hace años, y ante la acumulación desmesurada de residuos industriales y urbanos, se prohibió su vertido directamente a los ríos y al mar. Bien, en principio. Se hicieron plantas depuradoras. Bien, en principio.
Lo que ocurrió enseguida es que los filtros de esas plantas depuradoras se llenaron de residuos que acumulaban, sobre todo, metales pesados. La Generalitat de Catalunya reconoce que, como más se tratan esos lodos, más acumulan esos metales tóxicos. Y quizá al principio esos residuos concentrados tóxicos se enterraron en bidones, quizá…
Desde hace años, en toda Europa hay una ley sobre el destino de esos residuos que se acumulan en las plantas depuradoras. En Cataluña, la mitad se incorpora a la tierra como «compost» -palabra muy bonita- y la otra mitad se regala a las cementeras para que lo usen como combustible en lugar de carbón, con lo cual también se contamina el aire…
Estoy viviendo en un parque natural, y hace dos años empezamos a ver -y oler!- montones de algo parecido al estiércol pero que no era estiércol… al lado de mi casa, al lado de mi pozo y de una riera que va a parar al río Tordera, tuvimos durante un mes largo una montaña de esos asquerosos lodos de depuradora. Contactamos con ecologistas y tuvimos que aceptar, estupefactos, que era legal el uso como abono de esos asquerosos lodos. Repito lo de asquerosos porque su uso era legal pero no habían cumplido con el catálogo de «buenas prácticas» en su uso, entre otras cosas no estaban estabilizados biológicamente y por eso apestaban terriblemente. No respetaban las distancias mínimas a casas, pozos, rieras y ríos, polígonos industriales, escuelas… Antes de 48 horas había que enterrarlos…
Tal vez porque nos movimos y lo denunciamos, ahora ya no se ven tanto esas montañas negras abominables que parecen estiércol pero que no lo son. Ahora lo incorporan rápidamente al suelo, con lo que «ojos que no ven, corazón que no siente»…
El año pasado se encontró antimonio en pozos cercanos, y durante unas semanas el agua no fue potable. El arsénico está también presente en esos lodos de depuradora. Tarde o temprano, esos metales van a parar a los cultivos y al agua.
En el País Vasco, en 2013, se prohibió su uso en la mitad del territorio autónomo. Aquí no se habla demasiado de los dichosos lodos, no interesa destapar un tema que tiene difícil solución. La única realmente, prohibir que una empresa utilice un producto sin antes dar salida razonable a los tóxicos que genera, es incompatible con el sistema capitalista.
¡Cuidado con los lodos de depuradora!