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Matices sobre la promoción de enfermedades y la medicalización de la infancia

Ocurrió cuando el médico Enrique Gavilán dijo en el reportaje Sobremedicados de Salvados que el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es

«una enfermedad que se ha creado porque había un producto farmacéutico que había que vender«.

Se refería al metilfenidato, un derivado de la anfetamina, que es el fármaco más recetado para la infancia catalogada de hiperactiva. Se generó la polémica sobre todo con una parte de los padres cuyos hijos han sido diagnosticados como tales. De hecho, Enrique, preocupado sinceramente por el posible daño que hubieran hecho sus palabras a las familias afectadas, ofreció explicaciones, de nuevo públicas, por escrito (lo que le honra).

Es más bien una cuestión de etiquetas y de definiciones. El fenómeno hace en el mundo anglosajón y el concepto utilizado para definirlo es disease mongering que se traduce como promoción de enfermedades (o como tráfico de enfermedades e incluso muchos dicen invención).

Negar que hay niños extremadamente distraídos, que no prestan atención a cosas que en teoría deberían atender, que son moviditos hasta la extenuación (sobre todo de sus padres) es absurdo. Negar que haya niños presionados por madres y padres contra el otro progenitor, como escribíamos ayer sobre el Síndrome de Alienación Parental (SAP) también es absurdo, pero de ahí a que las etiquetas las creen los que tienen intereses comerciales en que esa «realidad» exista va un trecho.

Haberlos ailos, de lo que se duda es de todo lo que rodea el proceso de catalogación. A eso nos referimos cuando calificamos estos fenómenos, que no sólo afectan a la infancia, aunque sí de manera creciente y preocupante, como enfermedades inventadas o promocionadas; a que son conceptos inventados de manera perversa por entes que por lo general desconocemos.

Se parte de medias verdades (el propio Gavilán arrancaba un artículo en este blog sobre la vacuna del papiloma así «medias verdades» de la industria). Se exageran las prevalencias y manipulan los orígenes. Se promocionan en los medios de comunicación esos mismos conceptos y de manera encubierta las drogas legales para «tratar» los mismos (en casi todos los países del mundo es ilegal hacer publicidad de fármacos que necesitan receta). Se extienden las indicaciones y esto sí es partir del medicamento para buscarle una enfermedad.

Las víctimas somos todos y en especial los niños catalogados de esta y otras maneras y sus progenitores. Aunque está en alemán merece la pena consultar el reportaje que también cité ayer publicado en Der Spiegel por el periodista especializado Jörg Blech. Recoge el contradictorio sentir de uno de los promotores de la hiperactividad como enfermedad (hay otros, como cuenta la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (FEAADAH) en una carta abierta a Jordi Évole, director del programa Salvados, tras su emisión).

En fin, espero haber aportado matices sobre el fenómeno de la promoción de enfermedades y la medicalización de la infancia, fenómeno este aún más evidente que el primero, según los datos oficiales ¿o es que asistimos a una epidemia de falta de atención e hiperactividad?

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3 comentarios

  1. He descubierto estas jornadas sobre TDAH. Vale la pena ver este vídeo en concreto en el que el ponente habla de «los mitos del TDAH». En un principio el señor habla con una falsa actitud de respeto hacia las «alternativas», pero después se desata…

    Pasen y vean:

    http://vimeo.com/54922943

  2. Los medicamentos solo tapan sintomas, pero hay que buscar la raiz del problema en una sala donde se puso router de wifi, y se permitio que usen celulares y pastillas wifi, en la sala, tanto chicos como docentes empezaron con dolores de cabeza, falta de concentracion, confusion mental, otros con hiperactividad, chicos con agresividad extrema, cambio de comportamiento, todo estos son sintomas del sindrome de las microondas al cual algunos lo conocen como electrosencibilidad, al sacar todas las conexiones inalambricas y reemplazarlas por cable, tanto alumnos como docentes experimentaron excelente mejoria, el electrosensible tiene que tener cero exposicion a las microondas por ende hay que presionar a las autoridades para que prohiban usar dispositivos inalambricos en lugares publicos, y tambien prohibirlos en el transporte publico porque es una locura irradiar a la gente constantemente con microondas que producen graves problemas de salud, y que tienen efecto acumulativo.

  3. Primero, dar las gracias al Dr. E. Gavilán, por la carta de explicaciones, pues ello le honra. En segundo lugar, manifestarle mi apoyo, por la comprensión que manifiesta hacia los afectados por TDAH, hacia sus familias y por su valentía.

    Algunos pensarán que su carta es una obviedad, ya que debía una explicación a los padres y madres que se han sentido aludidos. Las comparaciones son odiosas, pero sabemos que en otros muchos casos, comparables, la callada es la respuesta. No es habitual dar explicaciones a posteriori, por tanto, el Dr. Gavilán para mí es digno de confianza.

    Invito, a los que hayan visto el susodicho reportaje de Salvados, a que lean ahora la carta del Dr. Gavilán. Me da la impresión que los padres de afectados no entendieron bien el mensaje que el Dr. Gavilán quiso transmitir. Su carta lo aclara bastante. Estoy de acuerdo con lo que comunica, porque nadie ha querido decir que no haya niños afectados con sintomatología tipo “TDAH”.

    Al estar de acuerdo, quisiera resumir, destacar, unos cuantos puntos de su carta, a tener en cuenta:

    – El TDAH es un trastorno reconocido y aceptado por la comunidad científica internacional. Pero no todo es consenso y unanimidad, hay muchos grises entre el blanco y el negro. Muchos autores han hecho revisiones críticas y sus argumentos contribuyen a enriquecer el estudio, aportando perspectivas perfectamente válidas. El Dr. Gavilán se apoya en estos estudios y no en meras opiniones o especulaciones personales.

    – El TDAH está sobrediagnosticado. Muchos de los afectados podrían haber tenido una vida perfectamente normal, feliz e integrada incluso sin haber sido nunca diagnosticados o tratados. Se ha llegado a una epidemia y en un importante porcentaje puede haber ocasionado más desventajas que beneficios, además de muchos sufrimientos innecesarios. El sobrediagnóstico lleva parejo, en muchos casos, el uso de fármacos en personas en las que pueden ser más perjudiciales que útiles.

    – El TDAH ha sido objeto de multitud de campañas de concienciación. Muchas han sido llevadas a cabo con toda la mejor intención del mundo. Otras, por el contrario, han contado con visibles conflictos de interés. Y un número nada desdeñable de ellas han sido promovidas directamente por entidades y compañías con claro afán de lucro.

    – El TDAH ha sufrido una fuerte medicalización en los últimos años. El TDAH hunde sus raíces en la medicina, sí, pero también en lo social, lo cultural, lo educativo. Y por tanto las explicaciones y las soluciones a este trastorno no pueden venir sólo de la medicina. Medicalizar también tiene sus ventajas, pero no sale gratis.

    – Por todos estos motivos (sobrediagnóstico, sobretratamiento, medicalización), el TDAH, a juicio de muchos expertos, es un claro ejemplo de disease mongering, fenómeno descrito por la periodista Lynn Payer en 1992. Esta expresión suele traducirse al castellano como “tráfico” de enfermedades o como “promoción” de enfermedades y otros como “invención” de enfermedades. En el programa de Salvados, el Dr. Gavilán simplemente, utilizó una de ellas, por parecerle que iba a ser más fácilmente de entender por todos.

    – El Dr. Gavilán en la entrevista de Salvados pretendió encender una mecha, la del debate sobre la medicalización de nuestras vidas, los conflictos de interés y la transparencia y la ética en las relaciones con la industria farmacéutica. Son elementos clave que están encima de la mesa y que conviene debatir entre todos, con serenidad y profundidad, lo antes posible.

    – La salud de todos, está en juego. La de toda la sociedad.

    Muchas Gracias, Dr. Gavilán. Necesitamos médicos como usted.

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