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¿Cómo comemos?: Más vegetales y menos carne, los «nuevos» hábitos alimentarios

En los últimos años, la alimentación se ha convertido en un tema central en la vida cotidiana de muchas personas. Ya no solo comemos por necesidad o placer, sino que cada vez más, lo que ponemos en el plato refleja nuestras preocupaciones por la salud, el bolsillo y el planeta.

Pero, ¿cómo se sitúa realmente la sociedad española ante conceptos como la dieta plant-based (basada en vegetal o vegetariana) o el consumo de legumbres? ¿Es la tendencia hacia lo vegetal un fenómeno marginal o una ola que crece, aunque sea lentamente, en nuestros hogares?

Para responder a estas preguntas, la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU) encargó a More in Common una encuesta representativa a más de 2.000 personas adultas de toda España, realizada en mayo de 2025.

Los resultados, que aquí desgranamos, nos ayudan a entender mejor los hábitos, percepciones y barreras que existen en torno a la alimentación basada en plantas y, en especial, al papel de las legumbres como alternativa a la carne.

¿Cómo comemos en España?

El primer dato que salta a la vista es que el 95% de la población española se define como “omnívora”, es decir, come de todo.

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Sin embargo, detrás de esta aparente uniformidad, el informe revela matices interesantes: Más de un tercio de los encuestados afirma haber reducido su consumo de carne en el último año. Este dato es relevante porque muestra que, aunque la dieta tradicional sigue siendo dominante, hay una tendencia clara hacia la moderación en el consumo de productos animales.

La cocina casera sigue siendo la reina: El 87% de los españoles come habitualmente alimentos preparados en casa. Sin embargo, los restaurantes y los precocinados también tienen su espacio, especialmente entre los más jóvenes, los hombres y quienes viven en grandes ciudades.

Los pedidos de comida a domicilio, cada vez más frecuentes, reflejan los cambios en los ritmos de vida y la influencia de la tecnología.

La mayoría de los españoles se declara satisfecha con la calidad de su alimentación, su conocimiento sobre nutrición y la dimensión social de la comida. Sin embargo, surgen dudas y cierta insatisfacción cuando se pregunta por el impacto de la dieta en los agricultores y ganaderos, el gasto en alimentación y la huella ambiental de lo que comemos.

Aquí se percibe una brecha entre la satisfacción personal y la conciencia de los efectos colectivos de nuestras elecciones alimentarias. Un dato llamativo es que el 92% de la población considera que su dieta es “algo saludable” o “muy saludable”, aunque esta percepción aumenta con la edad y el nivel de ingresos.

Comer variado, mantenerse sano y disfrutar de la comida son los tres pilares que más valoran los españoles en su dieta. Pero, en un contexto marcado por la inflación, el precio sigue siendo el factor decisivo a la hora de llenar la cesta de la compra, sobre todo entre los jóvenes y los hogares con menos recursos.

El interés por la alimentación saludable es alto: Un 14% busca información sobre el tema muy a menudo y un 36% lo hace a menudo.

Las fuentes varían según la edad y el perfil: los jóvenes recurren sobre todo a las redes sociales y a herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT, mientras que los mayores confían más en su entorno cercano y en los profesionales sanitarios. Las mujeres, en general, consultan más a expertos que los hombres.

La digitalización también llega a la cocina: un 33% ha usado ChatGPT para buscar recetas y el mismo porcentaje ha recurrido a la inteligencia artificial para mejorar su alimentación. Además, uno de cada cuatro españoles ha visitado a un nutricionista en el último año, un hábito más frecuente entre los jóvenes.

Proteínas y dieta mediterránea: mitos y realidades

La “fiebre de las proteínas” es otro fenómeno destacado: el 39% de la población ha intentado aumentar su ingesta de proteínas en el último año, y un 35% lo ha hecho específicamente a través de productos vegetales.

Este interés es más fuerte entre quienes hacen ejercicio regularmente, van al gimnasio o han consultado a un nutricionista.

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En cuanto a la dieta mediterránea, el 83% de los españoles afirma seguirla, aunque no siempre se identifican correctamente sus características.

Muchos desconocen, por ejemplo, que esta dieta recomienda reducir el consumo de lácteos y carnes, y casi la mitad cree erróneamente que el cerdo es esencial en ella.

El desconocimiento es mayor entre los jóvenes, lo que plantea un reto educativo importante.

Uno de los datos más relevantes del informe es que un 35% de la población ya reduce su consumo de carne, y un 45% ha pensado en hacerlo o podría planteárselo. Solo un 20% rechaza de plano esta posibilidad. El perfil más propenso a reducir la ingesta de carne es femenino y de mayor edad, aunque la idea cala en amplios sectores de la sociedad.

La principal motivación para comer menos carne es la salud, seguida, a cierta distancia, por el deseo de contaminar menos y proteger el medio ambiente.

Curiosamente, la motivación ecológica pesa más entre quienes ya han dado el paso, mientras que para quienes solo lo consideran, la salud, la economía y el aspecto físico son factores más determinantes.

Entre los jóvenes, el principal freno es el gusto por la carne, mientras que los mayores citan razones nutricionales o la falta de interés en cambiar de hábitos.

¿Qué opinamos de las dietas basadas en plantas?

La encuesta muestra que el término “plant-based” sigue siendo poco conocido en España, especialmente entre los mayores de 65 años (solo un 10% lo ha escuchado), aunque entre los jóvenes de 18 a 24 años la cifra sube al 47%.

El conocimiento es mayor entre quienes se interesan por la nutrición, hacen deporte o han consultado a un especialista.

Sin embargo, la mayoría de la población ve difícil o imposible adoptar una dieta basada en plantas, incluso después de explicarles en qué consiste (priorizar alimentos vegetales, aunque sin eliminar totalmente los productos animales).

La percepción de dificultad es mayor entre los jóvenes, mientras que quienes practican deporte o buscan información sobre nutrición ven el cambio como más factible.

Las legumbres emergen como las grandes protagonistas del estudio. El 73% de la población las considera “muy saludables”, frente al 40% que opina lo mismo de la carne.

De hecho, solo frutas y verduras superan a las legumbres en esta percepción positiva. Las mujeres y los mayores valoran especialmente su aporte saludable: un 86% de los mayores de 65 años las consideran muy sanas, frente al 62% de los menores de 25.

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En cuanto al precio, las legumbres son vistas como el alimento más asequible: un 49% las considera baratas, frente a la carne, que la mayoría percibe como cara. Este dato es clave en un contexto de inflación y preocupación por el gasto familiar.

El informe revela que una mayoría asocia una dieta rica en vegetales con menor contaminación y precio, pero no necesariamente con mayor salud, facilidad de preparación o sabor.

Cuando se pregunta por la dieta más saludable, la mayoría opta por un equilibrio entre carne y vegetales. Además, muchos creen que la dieta con más carne aporta más proteínas, una idea especialmente arraigada entre los jóvenes.

Estas creencias muestran la necesidad de seguir trabajando en la educación nutricional y en desmontar mitos sobre las proteínas vegetales y el valor nutricional de las legumbres y otros productos de origen vegetal.

Transición vegetariana

La transición hacia dietas más vegetales enfrenta varios obstáculos. El primero es cultural: la dieta tradicional española, aunque rica en vegetales, sigue centrada en la carne y el pescado como fuentes principales de proteína.

El segundo es el desconocimiento: muchos no saben cómo planificar menús equilibrados sin carne, ni cómo cocinar legumbres de forma atractiva y variada.

A esto se suma la percepción de dificultad, especialmente entre los jóvenes, que asocian la dieta basada en plantas con restricciones, falta de sabor o complicaciones en la cocina.

Pero hay un grupo creciente de personas, especialmente quienes hacen deporte o se interesan por la nutrición, que ve en la alimentación basada en plantas una oportunidad para mejorar su salud y su impacto ambiental.

Los datos del informe dibujan un panorama en transición. La mayoría de los españoles sigue una dieta omnívora y valora la salud, el disfrute y la variedad en la mesa.

Sin embargo, crece la preocupación por el precio de los alimentos y el impacto ambiental de la dieta, y cada vez más personas reducen su consumo de carne, aunque sea de forma parcial.

Las legumbres, por su valor nutricional, su bajo coste y su arraigo en la tradición culinaria, tienen un papel clave como puente hacia dietas más ecológicas y saludables. Pero, para que la «transición vegetal» avance, es necesario derribar mitos, mejorar la educación nutricional y facilitar el acceso a recetas, productos y menús atractivos y asequibles.

El futuro de la alimentación en España será, sin duda, más verde.

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