Coronavirus mascarilla miguel jara
| |

Estados Unidos retira la recomendación de dosis de refuerzo de la vacuna COVID para niños y embarazadas

El mundo de la salud pública ha dado un vuelco que no pasa desapercibido. El pasado 27 de mayo de 2025, el gobierno de Estados Unidos, a través de su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., anunció que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han retirado la recomendación de administrar la vacuna contra el COVID-19, incluyendo sus dosis de refuerzo, a niños sanos y mujeres embarazadas.

Esta decisión, que ha generado tanto aplausos como críticas, pone en el centro del debate una cuestión que desde este blog hemos abordado con rigor y escepticismo durante años: ¿Son realmente necesarias las vacunas contra el COVID-19 para estos grupos poblacionales?

¿Qué dice la evidencia científica al respecto? En este artículo, vamos a desentrañar los motivos que hay detrás de esta medida, analizar la evidencia científica que la respalda y reflexionar sobre sus implicaciones, manteniendo siempre un ojo crítico sobre el establishment sanitario y sus narrativas.

Banner miguel jara abogados 1 1024x328 2

Cambio de rumbo en la política sanitaria estadounidense

La noticia, anunciada por Kennedy en un vídeo publicado en la red social X, no es menor.

«No podría estar más satisfecho de anunciar que, a partir de hoy, la vacuna contra el coronavirus para niños sanos y mujeres embarazadas sanas ha sido retirada del calendario de vacunación recomendado por los CDC», afirmó el secretario, calificando la decisión como «una cuestión de sentido común».

Este movimiento, que marca un quiebre con las políticas de inmunización universal impulsadas desde 2021 por la administración Biden, ha sido acompañado por nuevas directrices de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que ahora exige ensayos clínicos con placebo para aprobar futuras dosis de refuerzo, al menos en personas sanas menores de 65 años.

La medida no solo cuestiona la estrategia de vacunación masiva, sino que pone en evidencia las grietas de un sistema que, durante la pandemia, promovió la administración de vacunas sin distinguir suficientemente entre grupos de riesgo.

Kennedy, conocido por su postura crítica con las vacunas, ha argumentado que la recomendación de dosis de refuerzo para niños sanos carecía de «datos clínicos sólidos». Pero, ¿qué dice la ciencia? ¿Es esta decisión un capricho político, como sugieren algunos expertos, o responde a una reevaluación basada en evidencia?

Para responder, es necesario revisar lo que la literatura científica y los datos acumulados nos han mostrado sobre la necesidad -o la falta de ella- de vacunar a niños y embarazadas contra el COVID-19.

La evidencia científica: niños sanos y bajo riesgo de COVID grave

Desde el inicio de la pandemia, los datos han sido claros: Los niños sanos, especialmente aquellos sin condiciones médicas preexistentes, tienen un riesgo extremadamente bajo de desarrollar formas graves de COVID-19.

Y es que cuando fue aprobada la vacuna para cinco a once años, la letalidad Covid en menores de 14 era del 0,0094%. Ahora estamos mejor. Está claro que el miedo a que nuestros hijos enfermen es muy poderoso y más que lo fue durante la pandemia. La cosa cambia mucho si observamos los datos de muertes por Covid en niños.

En su momento, varias decenas de profesionales sanitarios (y otros) pidieron al Ministerio de Sanidad que contemplase el cese del plan de vacunación en la infancia.

Mostraban un informe muy completo y bien documentado con sus razones. De ese trabajo destaco dos datos (como siempre os animo a leerlo entero): La tasa de supervivencia para el grupo de 0 a 19 años es del 99,997%.

Dicho cálculo se puede realizar a partir de la información proporcionada por el propio Centro de Control de Enfermedades (CDC) de USA con el número de personas infectadas, tanto asintomáticas como sintomáticas, que sobreviven.

Un estudio publicado en The Lancet en 2021, que analizó datos de hospitalizaciones en varios países, encontró que la tasa de mortalidad por COVID-19 en menores de 18 años sin comorbilidades era inferior al 0,01%. Este patrón se ha mantenido incluso con la aparición de nuevas variantes. En Estados Unidos, de los más de 1,2 millones de fallecidos por COVID-19 hasta 2025, solo 1.300 fueron menores, la gran mayoría con condiciones de salud subyacentes.

En este blog, hemos documentado cómo los niños, debido a su sistema inmunológico robusto y a una menor expresión de los receptores ACE2 (que el virus utiliza para entrar en las células), suelen experimentar infecciones leves o asintomáticas.

Un análisis publicado en Pediatrics en 2022 mostró que el 75% de los niños infectados por SARS-CoV-2 no presentaban síntomas, y solo un 0,2% requería hospitalización. Estos datos plantean una pregunta fundamental: Si el riesgo de enfermedad grave es tan bajo, ¿justifica el beneficio de la vacunación los posibles efectos adversos?

medico preparando vacunas

Hablando de efectos adversos, la literatura científica ha señalado riesgos específicos asociados con las vacunas de ARNm, como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, en poblaciones jóvenes.

Un informe de 2021, citado por Kennedy, sugirió que funcionarios de salud estadounidenses retrasaron advertencias sobre el riesgo de miocarditis y pericarditis en adolescentes y adultos jóvenes tras la vacunación.

Aunque estos eventos son raros, con una incidencia estimada de 1-2 casos por 100.000 dosis en varones jóvenes, su existencia plantea dudas sobre la necesidad de vacunar a un grupo con tan bajo riesgo de complicaciones por la enfermedad.

Mujeres embarazadas: un grupo vulnerable, pero ¿necesitan refuerzos?

El caso de las mujeres embarazadas durante la pandemia de COVID-19 es especialmente complejo y relevante para la salud pública global. Los datos disponibles muestran que la mortalidad materna experimentó un aumento significativo durante los picos pandémicos de 2020 a 2022, tanto por los efectos directos del virus como por las consecuencias indirectas sobre los sistemas de salud y la atención obstétrica.

Este incremento se atribuye a dos mecanismos principales:

  • Muertes obstétricas indirectas, donde la infección por SARS-CoV-2 agravó el estado de salud de la mujer embarazada, aumentando el riesgo de complicaciones graves y muerte.
  • Muertes obstétricas directas, relacionadas con la interrupción y deterioro de los servicios de salud, que dificultaron el acceso a atención prenatal, partos seguros y manejo de emergencias obstétricas.

Kennedy Jr. justifica la no vacunación de las embarazadas contra el COVID-19 principalmente argumentando la falta de datos clínicos suficientes que respalden la estrategia de dosis de refuerzo en este grupo, especialmente en contextos de baja transmisión y ante variantes menos severas.

El ministro de Sanidad estadounidense sostiene que la decisión se basa en el principio de precaución, sugiriendo que los riesgos potenciales de la vacunación podrían no justificar sus beneficios en mujeres embarazadas sanas cuando la circulación del virus es baja y las variantes son menos peligrosas.

Este argumento se centra pues en la supuesta falta de evidencia suficiente sobre la seguridad y eficacia de las dosis de refuerzo en estos grupos, a diferencia de la recomendación previa de los CDC, que promovía la vacunación universal desde los seis meses de edad.

Libro El medico no siempre tiene la razon

Kennedy también ha contado con el respaldo de figuras como Jay Bhattacharya, director del Instituto Nacional de Salud (NIH), y Marty Makary, comisionado de la FDA.

Precisamente, estoy leyendo el libro El médico no siempre tiene la razón (Península) de este último.

Ambos calificaron la medida como «sentido común y buena ciencia», insistiendo en la evidencia emergente sobre estas vacunas.

En España, la Asociación Española de Pediatría (AEP), el principal lobby de los fabricantes de vacunas, mantiene una postura clara y favorable respecto a la vacunación frente a la COVID-19 en mujeres embarazadas.

Según sus recomendaciones más recientes para 2025, la AEP aconseja que toda mujer embarazada reciba la vacunación contra la COVID-19 según la pauta vigente si no la ha recibido antes, así como las dosis de refuerzo que le correspondan, de acuerdo con las recomendaciones actualizadas en cada momento.

En fin, posturas encontradas dependiendo de los conflictos de interés de cada cual, los de la AEP se conocen bien.

Suscríbete a mi Newsletter

¡Y únete a mi comunidad!

¿Te apasiona la salud, la alimentación y la ecología? No te pierdas mis investigaciones exclusivas y análisis en profundidad. Suscríbete a mi newsletter y recibe contenido directamente en tu bandeja de entrada.

¡Suscríbete ahora y sé parte del cambio!

¡No hago spam! Lee mi política de privacidad.

Compártelo:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *