El relato de Sara: Los daños sufridos tras la vacunación Covid y la urgencia de exigir Justicia
La historia de Sara Fernández Carretero, trabajadora social zamorana, es el testimonio de una vida truncada tras la vacunación contra la Covid-19. Su experiencia está narrada en este libro: La malvida de ser una muerta viviente de la vacuna Covid.
Con crudeza y honestidad, Sara revela no solo el sufrimiento físico y psicológico que ha padecido, sino también el abandono institucional, la incomprensión médica y la falta de protección social que enfrentan quienes sufren daños por vacunas.
Este resumen pone el foco en los daños sufridos, la importancia de analizar estos casos y la necesidad de recurrir a la vía judicial, como promovemos desde Miguel Jara & Abogados.

Una vida dedicada a los demás
Sara nace en Zamora en 1988, en una familia humilde marcada por el esfuerzo y la solidaridad. Su infancia y adolescencia no fueron fáciles, pero encontró en el trabajo social su vocación: Ayudar a los más vulnerables, luchar por la justicia y la igualdad de oportunidades.
Tras años de formación y empleo precario, logra un puesto en una asociación que atiende a pacientes oncológicos y paliativos en el hospital de su ciudad. Allí aprende el valor del acompañamiento, la empatía y la entrega, forjando lazos con pacientes y familiares que le inspiran y le enseñan a diario.
La llegada de la pandemia de Covid-19 transforma el hospital en un lugar hostil y deshumanizado. El miedo se instala entre profesionales y pacientes, las restricciones se endurecen y la soledad se convierte en la norma. Sara observa con preocupación cómo el sistema sanitario, ya precario, se resquebraja bajo la presión de la emergencia sanitaria.
En este clima de miedo y presión social, Sara, como trabajadora sanitaria, es una de las primeras en recibir la vacuna Covid. La campaña de vacunación se presenta como la única salida, pero la información sobre los posibles efectos adversos es escasa y confusa. Sara, confiando en la ciencia y en su responsabilidad profesional, accede a vacunarse.
A partir de ese momento, su vida cambia radicalmente. Comienza a experimentar síntomas que nunca antes había padecido, y que pronto se convierten en una enfermedad crónica y devastadora.
Daños físicos: una salud quebrada
Los daños físicos que sufre Sara tras la vacunación son múltiples y persistentes:
- Fatiga crónica y agotamiento extremo: Le impiden realizar tareas cotidianas y mantener su actividad profesional.
- Dolores musculares y articulares: Episodios de inflamación, debilidad y dolor constante.
- Problemas neurológicos: Niebla mental, pérdida de memoria a corto plazo, dificultades de concentración y episodios de confusión.
- Alteraciones cardiovasculares: Taquicardias, palpitaciones y sensación de ahogo.
- Trastornos del sueño: Insomnio y pesadillas recurrentes.
- Pérdida de sensibilidad en extremidades: Hormigueos y calambres.
- Problemas digestivos: Intolerancias alimentarias y pérdida de peso.

Estos síntomas, lejos de remitir, se cronifican, sumiendo a Sara en un estado de enfermedad permanente.
La fatiga y el dolor la acompañan cada día, limitando su autonomía y su capacidad para disfrutar de la vida.
El caso de Sara no es aislado. Según informes oficiales, hasta diciembre de 2022 se habían notificado en España más de 84.000 acontecimientos adversos tras la vacunación Covid, de los cuales más de 14.000 fueron considerados graves y 500 con desenlace mortal.
Entre las secuelas documentadas figuran trombos, encefalomielitis, inflamación sistémica, trastornos neurológicos, dolor crónico, cataplejías y pérdida de movilidad, muchas de ellas sin cura.
La soledad del enfermo
A los daños físicos se suman graves consecuencias psicológicas y emocionales:
- Ansiedad y ataques de pánico ante la incertidumbre de su estado de salud.
- Depresión reactiva, sentimiento de inutilidad y desesperanza.
- Aislamiento social: Pérdida de amistades y distanciamiento familiar.
- Sensación de abandono por parte del sistema sanitario, que minimiza o niega la relación entre la vacuna y sus síntomas.
- Estigmatización y culpabilización: En el ámbito laboral y social, es percibida como “antivacunas” o “hipocondríaca”.
Sara relata cómo la incomprensión del entorno y la falta de diagnóstico claro agravan su sufrimiento. Su médica de cabecera atribuye los síntomas a causas psicológicas y le prescribe antidepresivos, ignorando su realidad física. Esta actitud, lejos de ser excepcional, es la norma en muchos casos de daños por medicamentos y vacunas.
La enfermedad provocada tras la vacunación supone para Sara la pérdida de su empleo y de su independencia económica:
- Pérdida del empleo y de la estabilidad económica.
- Dificultades para acceder a ayudas y prestaciones sociales.
- Trato discriminatorio en el entorno laboral y sanitario.
- Imposibilidad de planificar un futuro personal y profesional.
El sistema, lejos de proteger a las víctimas de daños por medicamentos, las somete a una doble victimización: Primero, por el daño sufrido, y después, por la falta de reconocimiento y apoyo institucional.
El proceso de bajas médicas, revisiones y solicitudes de incapacidad ante el INSS (Seguridad Social) es largo y frustrante, y en muchos casos se rechaza o retrasa el reconocimiento de estas situaciones.
Uno de los aspectos más graves que denuncia Sara es el silencio y la negación sistemática de los efectos adversos de la vacuna por parte de las autoridades sanitarias y los profesionales médicos. Existe una tendencia a minimizar, ocultar o incluso ridiculizar los testimonios de las personas afectadas.
El derecho a la información, a la verdad y a la Salud, recogido en la legislación sanitaria, es vulnerado sistemáticamente.
Sara relata cómo, en numerosas ocasiones, los médicos atribuían sus síntomas a causas psicológicas o los consideraban “coincidencias”, negándose a investigar la posible relación con la vacuna. Esta actitud es compartida por muchas otras afectadas, que solo piden que se investiguen sus casos y se reconozca su sufrimiento.
El impacto en la vida cotidiana: de la autonomía a la dependencia
La enfermedad ha transformado la vida de Sara en una lucha diaria por la supervivencia. Antes de la vacunación, era una persona activa, solidaria y empática, capaz de trabajar, hacer deporte y disfrutar de su independencia. Ahora, depende de su familia para las tareas más básicas y ha perdido la capacidad de disfrutar de la vida.

El aislamiento social, la incomprensión y la falta de apoyo institucional agravan su sufrimiento. Sara se ve obligada a abandonar su casa, su trabajo y su ciudad, y a regresar con sus padres, incapaz de valerse por sí misma. La pérdida de autonomía y dignidad es uno de los daños más devastadores que ha sufrido.
Ante la falta de respuesta institucional, Sara y otras personas afectadas por la vacuna han creado grupos de apoyo en redes sociales y WhatsApp, donde comparten sus experiencias, se apoyan mutuamente y buscan información sobre sus síntomas.
Estas comunidades, lejos de ser “negacionistas” o “antivacunas”, solo piden que se investiguen sus casos y se reconozca su sufrimiento.
La experiencia de Sara demuestra la importancia de visibilizar estos casos, de exigir transparencia a las autoridades y de recurrir a la vía judicial cuando sea necesario. La denuncia pública y la acción legal son herramientas imprescindibles para lograr justicia y reparación.
La urgencia de analizar y demandar judicialmente estos casos
El caso de Sara no es una excepción. Miles de personas en España y en todo el mundo han sufrido daños tras la vacunación Covid, y muchas de ellas permanecen silenciadas, sin diagnóstico ni apoyo.
La industria farmacéutica y las autoridades sanitarias tienen la obligación legal y ética de informar de todos los riesgos asociados a los medicamentos y de investigar cualquier sospecha de reacción adversa.
Desde el proyecto Miguel Jara & Abogados, llevamos años defendiendo a las víctimas de daños provocados por medicamentos y vacunas. Nuestro despacho, pionero en la combinación de asesoría jurídica y comunicación, ofrece a los afectados una estrategia integral para reclamar justicia y reparación.
La experiencia demuestra que solo mediante la denuncia y la visibilización pública se pueden conseguir avances en la protección de los derechos de los pacientes.
Si tú o tus familiares habéis perdido la salud tras consumir fármacos o recibir determinadas intervenciones sanitarias, tenéis el derecho y el deber de denunciarlas. Con ello podéis conseguir que se haga Justicia (y recibir una compensación económica por las secuelas recibidas).
Desde Miguel Jara & Abogados, seguiremos luchando para que ningún afectado quede desamparado y para que la verdad salga a la luz.