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Lo que respiras en casa: Los tóxicos ocultos del «ladrillo convencional»

Pensamos en nuestro hogar como un refugio. Un espacio íntimo, seguro, donde desconectamos del mundo exterior. Pero, ¿y si ese mismo refugio estuviera cargado de sustancias tóxicas invisibles que afectan nuestra salud a diario?

La contaminación del aire interior es una amenaza silenciosa, muchas veces ignorada por la industria de la construcción tradicional, que sigue priorizando el coste y la rapidez sobre la salud y el bienestar de quienes habitan esas viviendas.

El enemigo está dentro, en el aire

Según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA), el aire interior puede estar entre dos y cinco veces más contaminado que el exterior. Esta afirmación cobra especial importancia si tenemos en cuenta que pasamos entre el 80% y el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. No se trata solo de polvo o humedad.

En muchas de nuestras viviendas, construidas con materiales económicos y poco regulados, lo que se respira es una mezcla de gases, partículas y compuestos volátiles que pueden dañar seriamente la salud.

La EPA estima que el 72% de la exposición a químicos que sufren las personas se produce en interiores. Y no hablamos solo de los clásicos contaminantes exteriores que se cuelan por las ventanas, sino de sustancias generadas por los propios materiales de construcción, mobiliario, pinturas, productos de limpieza y decoración.

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Tóxicos cotidianos con nombre y apellido

Uno de los más silenciosos -y peligrosos- es el radón, un gas radiactivo de origen natural que se filtra desde el subsuelo y se acumula en interiores. La Organización Mundial de la Salud lo identifica como la segunda causa de cáncer de pulmón, solo por detrás del tabaco.

El radón es especialmente problemático en viviendas mal ventiladas y con suelos o muros que no han sido correctamente tratados para evitar su filtración.

A esto se suman los compuestos orgánicos volátiles (COVs), presentes en pinturas, disolventes, barnices, colas y lacas. Muchos de estos compuestos están relacionados con problemas respiratorios, neurológicos y dermatológicos.

El formaldehído, por ejemplo, es habitual en muebles aglomerados y suelos laminados, y está clasificado como carcinógeno para humanos por la IARC (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer).

No podemos olvidar otros materiales que, aunque hoy están más regulados, siguen presentes en muchas viviendas: el amianto, el PVC (policloruro de vinilo), el poliuretano o el bisfenol A (BPA). Todos ellos han demostrado su toxicidad y su relación con enfermedades graves, como el cáncer, alergias, trastornos neurológicos, enfermedades respiratorias, asma, alteraciones hormonales y disfunciones del sistema inmunológico.

El Síndrome del Edificio Enfermo

No es casualidad que muchas personas que trabajan o viven en ciertos edificios experimenten fatiga, irritación ocular, náuseas o dolores de cabeza sin causa aparente. A esto se lo conoce como Síndrome del Edificio Enfermo.

La propia OMS lo reconoció como fenómeno en los años 80, y se estima que hasta un 30% de los edificios modernos lo padecen. El problema es tan real que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, la OMS y otros organismos internacionales han publicado numerosos estudios alertando sobre los riesgos de la contaminación interior.

El Síndrome del Edificio Enfermo no es una rareza, sino una consecuencia lógica de décadas de construcción basada en materiales sintéticos, poca ventilación y escasa preocupación por la calidad del aire. Los síntomas pueden ir desde molestias leves hasta enfermedades crónicas, y afectan especialmente a niños, ancianos y personas con patologías previas.

La respuesta es tan incómoda como evidente: porque sale barato. En la construcción convencional se prioriza la eficiencia económica por encima de la salud del habitante. Y aunque existen regulaciones sobre emisiones de COVs o uso de ciertos materiales, en la práctica son laxas o mal desarrolladas.

Además, el llamado greenwashing o lavado de cara verde ha llegado también al mundo inmobiliario: sellos verdes sin criterio riguroso, materiales supuestamente ecológicos que esconden cargas químicas, o viviendas “sostenibles” que ignoran por completo la calidad del aire interior.

El resultado es un mercado saturado de opciones que parecen saludables, pero que en realidad siguen perpetuando los mismos errores del pasado.

Materiales de construcción: ¿qué respiramos realmente?

La lista de materiales sospechosos es larga. Entre los más problemáticos encontramos:

  • Formaldehído: presente en tableros aglomerados, contrachapados, muebles y algunos aislantes. Es un conocido irritante y carcinógeno.
  • PVC: utilizado en tuberías, suelos, ventanas y puertas. Puede liberar ftalatos y otros plastificantes tóxicos.
  • Amianto: aunque prohibido en muchos países, sigue presente en techos, tuberías y suelos de viviendas antiguas.
  • Pinturas y barnices convencionales: cargados de disolventes tóxicos y COVs.
  • Espumas de poliuretano: aislantes muy usados, pero con potencial de liberar isocianatos y otros compuestos dañinos.

La toxicidad no termina en la obra. Muchos de estos materiales siguen emitiendo gases durante años, en un fenómeno conocido como “emisión en fase de uso”, que puede ser imperceptible pero muy dañino a largo plazo.

Alternativas: bioconstrucción y materiales saludables

Frente a este panorama, cada vez más personas se interesan por modelos de vivienda ecológica y saludable. La bioconstrucción propone una vuelta a los materiales naturales, como la madera sin tratar, la piedra, el barro, la cal, el corcho o el cáñamo. Estos materiales, además de ser renovables y de bajo impacto ambiental, no emiten sustancias tóxicas y ayudan a regular la humedad y la temperatura de forma natural.

Entre las alternativas más destacadas se encuentran:

  • Madera certificada FSC: procedente de bosques gestionados de forma sostenible. El CLT (panel de madera contralaminada) permite construir desde viviendas unifamiliares hasta rascacielos de más de 80 metros, con una huella ecológica mínima.
  • Aislamientos naturales: lana de oveja, corcho, cáñamo o celulosa reciclada. Estos materiales no solo aíslan térmica y acústicamente, sino que son biodegradables y no contienen tóxicos.
  • Hormigón bajo en carbono y ladrillos reciclados: reducen la huella ecológica de la construcción y aprovechan residuos industriales.
  • Pinturas ecológicas: elaboradas a partir de pigmentos minerales o vegetales, sin disolventes ni COVs, y biodegradables.
  • Terrazo reciclado: fabricado a partir de residuos de mármol, vidrio o granito, mezclados con cemento, para suelos y paredes resistentes y sostenibles.

La construcción modular y las casas prefabricadas ecológicas han irrumpido con fuerza en el mercado. No se trata solo de una moda, sino de una respuesta real a las crecientes exigencias de ecología y salud en la vivienda. Estas casas, fabricadas en entornos controlados, permiten optimizar el uso de materiales, reducir residuos y garantizar una calidad mucho mayor que la construcción tradicional.

Entre las ventajas de las casas prefabricadas ecológicas destacan:

  • Reducción de residuos: la fabricación en fábrica minimiza los desperdicios y permite un control exhaustivo de la calidad.
  • Uso de materiales eficientes y saludables: desde maderas certificadas hasta aislamientos naturales y pinturas ecológicas.
  • Eficiencia energética certificada: muchas casas prefabricadas alcanzan la certificación energética A, lo que implica un consumo mínimo de energía y una reducción drástica de las emisiones de CO₂.
  • Diseños personalizables y adaptados al entorno: la arquitectura modular permite adaptar el diseño a las necesidades del usuario y aprovechar al máximo la orientación solar, la ventilación natural y otros recursos bioclimáticos.
  • Menor consumo de agua: el uso de sistemas de construcción en seco reduce el consumo de este recurso vital.
  • Integración de energías renovables: paneles solares, sistemas de geotermia y captación de agua de lluvia son habituales en este tipo de viviendas.

Si os interesa profundizar en las ventajas concretas de la vivienda ecológica y saludable, podéis consultar más información en hogarmodular.com, donde se detallan los beneficios y características de este tipo de casas. Es un proyecto que está moviendo un amigo mío.

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