Cambiar un modelo de producción y consumo de alimentos enloquecido
Los productos con certificado ecológico (aquellos que tienen tras ellos una regulación para demostrar que lo son) están cada vez más presentes en todo tipo de tiendas y grandes supermercados. Siguen expandiéndose pues, pese a que su precio sigue siendo superior. Hay muchos matices en todo esto que sí hay que comentar.
Como os he contado en el post titulado El futuro que necesitamos si queremos tener futuro, este fin de semana pasado se celebró en Madrid la feria BioCultura.
Ha sido de nuevo un éxito de afluencia (unas 50.000 personas en los cuatro días que dura) y de organización (ya experta tras 37 haciéndolo). Un éxito por recuperar los niveles pre pandémicos, pues la feria ha estado dos años sin hacerse «en vivo» y en nuestra sociedad muchas cosas han quedado en el camino.
Y hay un debate sobre la popularización, cada vez mayor, de estos alimentos y productos.
Un estudio comparativo de precios de 34 familias de alimentos, cosméticos y productos de droguería de consumo diario realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en 22 cadenas de supermercados confirma el elevado precio de los productos con certificado ecológico, de comercio justo o sostenible, pero también su creciente presencia en las grandes cadenas.
En varias de las grandes cadenas de supermercados generalistas existen ya productos ecológicos, mucho de ellos de marca blanca, lo que permite a estas grandes distribuidoras ofrecer una cesta de la compra básica con al menos la mitad de sus productos con certificado eco o de comercio justo.
Es un nivel ya comparable al de cadenas especializadas en productos ecológicos, como Espacio Orgánico, Veritas, Naturitas, Herbolario Navarro, Planeta Huerto o Biosano. Este sector reúne, eso sí, una mayor variedad.
Sorprendentemente, según OCU, Mercadona, la cadena líder en cuota de mercado, sigue sin ofrecer ni un solo producto básico con certificado ecológico.
Los precios de este tipo de productos siguen siendo bastante más elevados que los productos tradicionales: un 54% más de media que las marcas líderes y tres veces más que las marcas blancas no ecológicas, especialmente en productos de droguería y cuidado personal.
OCU considera que el consumo responsable precisa necesariamente de una oferta amplia de productos sostenibles y ecológicos, que puedan reconocerse con facilidad y a un precio asequible. Y ha tenido una buena idea:
Solicitar una normativa que establezca una cuota mínima de este tipo de productos, marcados con un etiquetado de sostenibilidad (idealmente europeo, que cubra los aspectos social, económico y medioambiental) y con un IVA superreducido del 4% para aquellos productos de uso diario.
Eso por lo que respecta al consumo escribamos «convencional». Luego están las cooperativas de consumo ecológico, un modelo que trabaja más el contacto directo entre productores, sobre todo de alimentos ecológicos, con los consumidores. Se evitan así los «temibles» intermediarios de las cadenas de gran distribución, verdaderos encarecedores de los productos.
También existe la fórmula de comprar on line al productor y que lo envíe a tu casa, aunque por lo general se trata de alimentos concretos y otros supermercados on line, tiendas de barrio «bio», etc.
Más variado si acaso es el modelo de cesta por el que apuestan productores de cierto tamaño que marcan un precio por una cantidad concreta y cuya ventaja es la frescura de lo que ofrecen pues dan lo que hay en temporada.
Pienso que la fórmula «ideal» para cambiar un modelo de producción y consumo de alimentos enloquecido, es lo más parecido a la gestión directa entre consumidores y productores de alimentos ecológicos y lo más cerca posible de donde vivimos.