Dime lo mal que comes y ya te busco yo una enfermedad apropiada
La medicina farmacológica se ha impuesto (sus resultados en ocasiones son sorprendentes) pero no contempla el poder de la alimentación, la nutrición, en la recuperación de la salud. La comida industrial está enfermando a la sociedad y es hora de darle valor a nuestro poder autocurativo (esto puede quedar pelín rollito autoayuda pero no van por ahí los tiros en este post, leed).
Hay un médico oncólogo francés, Henri Joyeux, especialista en nutrición que ha escrito un libro interesante: Come bien hoy, vive mejor mañana (Planeta, 2017). He publicado un post no hace mucho sobre él titulado Estudio novedoso documenta que los alimentos bio o ecológicos son mejores al resto. En una entrevista que publica con él La Vanguardia dice cosas como estas:
para evitar una recidiva hágame caso: tome mucha verdura y mucha fruta, que sea ecológica y legumbres no excesivamente cocidas.
(…)
lo sabemos con certeza: comer cada día 400 gramos de fruta y verdura y hacer ejercicio puede reducir entre un 30% y un 40% los casos de cáncer“.
Y es que hay cada vez más médicos que hacen prevalecer el sentido común y se rebelan contra ese monumento al absurdo que es que en las facultades de Medicina no se enseñe casi nada sobre la importancia de la nutrición para prevenir e incluso tratar enfermedades. El también médico Fernando Calatayud Sáez, un hombre sensible e inteligente que trabaja codo con codo con su hija nutricionista, Blanca Calatayud, escribe cosas como estas otras:
La medicina farmacológica actual, ha reducido y simplificado el arte de curar enfermos a la prescripción de fármacos. Sin duda con efectos sorprendentes que solucionan los problemas de salud, aunque a menudo, solo aparentemente. Se ha reducido la actuación del médico a la realización de un diagnóstico causal, seguido de un tratamiento farmacológico. Se realizan pruebas para establecer un diagnóstico y tras su evaluación, se desarrolla el informe final con el tratamiento farmacológico.
Se han obviado importantes aspectos que conciernen al estado de salud: ¿Qué come este paciente? ¿Que tipo de ejercicio realiza durante el día? ¿En que medio ambiental se desenvuelve?”.
Todo esto es de sentido común, hasta un adolescente podría suscribirlo sin haber pasado por la citada Facultad. Pero la realidad es tozuda y prevalece el enfoque farmacológico, “¿por qué será?” que preguntaba la Bombi en el célebre concurso de TVE Un, dos, tres… responda otra vez.
Los Calatayud hacen una buena labor divulgativa y formativa, nos enseñan cómo enfrentarnos a las enfermedades de la sociedad occidental.
Estamos ante una verdadera revolución en la manera de entender la medicina y en los modos de curación”, afirma Fernando. “Además de un informe médico y farmacológico, se deberían realizar otros informes periciales: Informe Nutricional, Informe de actividad física e Informe ambiental“.
En los últimos decenios hemos abandonado la alimentación tradicional, que ha sido sustituida por una alimentación principalmente industrial. Estos “nuevos” productos alimenticios son la base de la que podríamos llamar “cultura alimenticia de la sociedad occidental”.
No podemos llamarlos alimentos, explica en ese post el doctor Calatayud, ya que su consumo trae como consecuencia la aparición de las “enfermedades de la sociedad occidental”. De esta manera, han aumentado el sobrepeso, la obesidad, la enfermedad cardio-vascular, el Alzheimer, el cáncer, etc.
Lo primero que suelen causar las comidas industriales es la alteración de los mecanismos inflamatorios e inmunitarios de nuestro organismo. Es necesario señalar algunos problemas que ocasionan estos consumibles -como los nombra este médico que enfrenta sus consecuencias en la infancia cada día desde hace más de 30 años- y que alteran los mecanismos de limpieza y reparación (inflamatorios). Así como en los de defensa o inmunitarios:
La alteración en la relación de los ácidos grasos omega-3/omega-6 desequilibra al sistema inflamatorio. Hay un aumento de omega-6, por el excesivo consumo de carnes y embutidos, que favorecen la producción de hormonas pro-inflamatorias. A su vez, hay un déficit de omega-3 que van a formar parte de la estructura de las hormonas anti-inflamatorias (eicosanoides).
Exceso de proteínas de origen animal, que conducen a una sobrecarga del sistema inmunitario y excretor. Incapacidad de los niños pequeños para reconocer y bloquear a tantas sustancias extrañas, ocasionando un agrandamiento del tejido linfoide (amígdalas y vegetaciones).
Presencia de tóxicos ambientales, tanto en el aire que respiramos, como en el agua que bebemos, como en los alimentos que tomamos. Muchos de ellos, son disruptores enzimáticos que afectan las señales de comunicación interna de nuestro organismo”.
La alteración de la microbiota humana (o “cerebro de las emociones” que hay en nuestro intestino), como consecuencia de ingerir multitud de alimentos no tradicionales, nuevos, diseñados en los laboratorios de los distintos fabricantes de comida, es uno de los síntomas características de la intoxicación por alimentación industrial. Muchos de ellos con fermentos desconocidos o simplemente desprovistos de ellos. Así vamos adquiriendo un tipo de flora intestinal para la que no estamos preparados y que ocasiona a su vez una nueva sobrecarga al sistema inmunitario.
Las alteraciones en los mecanismos inflamatorios van a ocasionar una hiperreactividad de las mucosas. Gran parte de las enfermedades digestivas tienen su origen en la propia mucosa intestinal. Debemos recordar que la absorción de los nutrientes que nos llegan desde los alimentos se lleva a cabo a lo largo del intestino delgado y del colon. Así, la respuesta de la mucosa va a ser exagerada frente a desencadenantes que en condiciones normales no ocasionarían ningún problema.
¿Qué podemos hacer entonces para recuperar la salud y enfrentarnos adecuadamente a la enfermedad? Para el tandem Calatayud:
Demos a nuestro organismo todos los alimentos que necesita para defenderse adecuadamente. Eliminemos todos aquellos alimentos para los que no estamos preparados. El ejercicio físico es necesario para el mantenimiento de la salud. La actividad física es necesaria para el buen funcionamiento de nuestros órganos. Necesitamos un sistema cardio-pulmonar y cardio-circulatorio potente, que nos proteja de las enfermedades.
Necesitamos aire puro y limpio, que no ensucie nuestros pulmones. Las sustancias tóxicas ambientales pueden dañar nuestra estructuras. Debemos cuidar el medio ambiente, ya que repercute enormemente en nuestra salud. Pedimos análisis, radiografías y otras pruebas complementarias, pero olvidamos otros aspectos de la salud muy importantes. Debemos hacer una valoración más amplia, si queremos profundizar en las causas de la enfermedad.
¿Debemos dar fármacos a los enfermos, sin analizar que es lo que comen, que es lo que beben, en qué ambiente se desenvuelven y qué ejercicio físico realizan? Tengamos en la dieta tradicional -en nuestro caso la dieta mediterránea– nuestro punto de referencia, para realizar una alimentación saludable”.
¿Por qué los médicos y pediatras no siguen estas recomendaciones? El propio autor de las anteriores palabras contesta:
Comprendo que los médicos y pediatras que hemos tenido una formación fundamentalmente farmacológica, no entendamos bien estos argumentos. También comprendo a Enfermería que con una formación parecida, no puedan establecer dicha relación. ¿Cómo es posible que no se aprecie la enorme conexión que hay entre la falta de calidad de los alimentos, la ausencia de actividad física, la toxicidad ambiental y la aparición de las enfermedades habituales de la infancia?
No podría entender que los dietistas-nutricionistas ignorasen la importancia que tiene la alimentación en la regulación de los mecanismos inflamatorios, inmunitarios y en la composición de la microbiota y por tanto en la generación de enfermedades.
Se siguen investigando nuevos fármacos capaces de acabar con los intrusos. Pero están olvidándose los mecanismos defensivos del organismo y como ejercitarlos con una medicina que sea nutricional, donde se “recete” actividad física y que se haga un control ambiental para potenciarlos.
Cada vez hay más intrusos. Nuestros organismos son cada vez más débiles pero dándole preponderancia a los tratamientos farmacológicos se produce un aumento de efectos secundarios. Están aumentando el número de enfermedades en parte porque hemos ninguneado el poder sanador de nuestro cuerpo así que habrá que recuperarlo.
Vis naturae medicatrix…