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El eslabón invisible entre el dolor por una negligencia médica y la Justicia

En el corazón de la tragedia, cuando la vida de un ser querido se apaga tras un calvario de sufrimiento y desatención, la familia queda suspendida en una especie de limbo. No solo se enfrenta al duelo, sino a la necesidad de comprender si la muerte era inevitable o si, por el contrario, fue precipitada por una cadena de errores y posibles negligencias médicas.

En ese momento, la figura del perito médico se convierte en el actor principal de una obra que puede determinar si la Justicia llega a tiempo, o si la impunidad se instala para siempre en la memoria de los que quedan.

La historia que nos ocupa es la de una familia que ha acudido a Miguel Jara & Abogados, tras la muerte de su hija-hermana y se enfrenta a la dolorosa sospecha de que la atención sanitaria recibida fue, en el mejor de los casos, insuficiente y, en el peor, negligente.

No es un caso aislado. La sanidad pública, saturada y desbordada, a veces olvida que detrás de cada número de historia clínica hay una vida, una familia, una esperanza.

El relato comienza con síntomas preocupantes que son minimizados en Urgencias. “Todo es normal”, le dicen a la paciente, mientras la angustia crece y la enfermedad avanza. La cirugía llega, pero el postoperatorio es un despropósito: Alta precipitada, curas en manos inexpertas, infecciones y reingresos.

El círculo vicioso de la desatención se cierra cuando, tras un viaje, la paciente es diagnosticada con metástasis. La confianza en el sistema público se desvanece y la familia opta por la sanidad privada, donde finalmente esta persona fallece.

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Con informes médicos, testimonios, fotografías y correos electrónicos en la mano, la familia se pregunta si existe responsabilidad legal y si merece la pena iniciar una reclamación por mala praxis. Saben que el cáncer era agresivo, pero sienten que la falta de seguimiento, la desinformación y la descoordinación han jugado un papel determinante en el desenlace.

El papel crucial del perito médico

En este punto, la elección del perito médico se convierte en el paso más decisivo del proceso. El perito es el traductor entre el lenguaje técnico de la medicina y el idioma de la Justicia.

Es quien debe analizar la historia clínica, revisar los protocolos, evaluar si las actuaciones médicas se ajustaron a la lex artis (las buenas prácticas) y determinar si hubo errores o negligencias que contribuyeron al desenlace fatal.

Pero, ¿qué ocurre cuando se elige mal al perito? ¿Qué riesgos corre la familia al depositar su confianza en un profesional poco preparado, poco comprometido o, peor aún, parcial (que los hay)?

Un mal perito puede ser el principio del fin para cualquier aspiración de Justicia. Las consecuencias de una elección equivocada son devastadoras:

  • Informe superficial o mal fundamentado: Un perito que no profundiza en la historia clínica, que no revisa todos los documentos o que no entiende la complejidad del caso, presentará un informe débil, fácilmente desmontable por la parte contraria.
  • Desconocimiento del proceso judicial: No basta con ser buen médico; el perito debe conocer el funcionamiento de los tribunales, los plazos, la importancia de la prueba pericial y cómo defender su informe en un juicio.
  • Falta de independencia: Algunos peritos, por miedo o por intereses, pueden suavizar sus conclusiones, evitar señalar responsabilidades o, directamente, alinearse con la versión oficial de los hechos.
  • Ausencia en el juicio: Un perito que no comparece a ratificar su informe, o que lo hace de forma dubitativa, puede echar por tierra meses de trabajo y expectativas.
  • Costes económicos y emocionales: Un informe deficiente no solo supone la pérdida de dinero invertido, sino la perpetuación del dolor y la sensación de injusticia.

En definitiva, un mal perito puede ser la diferencia entre abrir una puerta a la Verdad o cerrarla para siempre.

El buen perito es un faro en la tormenta

Por el contrario, un buen perito médico es aquel que asume la responsabilidad de su trabajo como un compromiso ético con la Verdad y la Justicia. Sus características son claras:

  • Rigor y exhaustividad: Analiza cada documento, cada síntoma, cada actuación médica, sin dejarse llevar por prejuicios ni presiones externas.
  • Capacidad de comunicación: Sabe traducir el lenguaje técnico a términos comprensibles, tanto para la familia como para el juez.
  • Independencia y valentía: No teme señalar errores, aunque ello suponga enfrentarse al sistema o a colegas de profesión.
  • Experiencia judicial: Conoce los entresijos del proceso, sabe cómo defender su informe y anticipar los argumentos de la parte contraria.
  • Empatía y humanidad: Entiende el dolor de la familia y asume su papel como una forma de reparación y acompañamiento.

Un buen perito no garantiza el éxito judicial, pero sí asegura que la verdad, al menos, tendrá una oportunidad de ser escuchada.

El informe del perito médico es el documento clave en cualquier proceso de reclamación por negligencia. Debe responder a preguntas esenciales:

  • ¿La atención médica recibida fue conforme a la lex artis?
  • ¿Existió una relación causal entre la actuación médica y el desenlace?
  • ¿Se podrían haber evitado las complicaciones o la muerte con una atención diferente?
  • ¿Qué daños y perjuicios pueden cuantificarse?

Un informe sólido, bien argumentado y documentado, puede inclinar la balanza de la Justicia. Por el contrario, un informe débil o ambiguo puede ser utilizado por la defensa para exonerar responsabilidades.

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En este tipo de procesos, el tiempo es un enemigo silencioso. Los plazos para reclamar son estrictos y, si se agotan, la posibilidad de obtener Justicia desaparece.

Por eso, la elección del perito debe hacerse con rapidez pero sin precipitación. Un buen profesional sabrá orientar a la familia sobre los pasos a seguir, los documentos necesarios y la estrategia más adecuada.

En Miguel Jara & Abogados ayudamos con todo proceso de la mano de peritos de confianza con los que ya trabajamos.

El duelo judicial: una travesía incierta

Litigar por una negligencia médica con resultado de muerte es una experiencia desgarradora. La familia debe revivir una y otra vez el sufrimiento, enfrentarse a informes, interrogatorios y, a menudo, a la hostilidad de un sistema que tiende a protegerse a sí mismo.

El perito médico, en este contexto, es algo más que un experto: es un acompañante en el duelo, un aliado en la búsqueda de respuestas.

Pero no todos los peritos están a la altura. Algunos se limitan a cumplir el expediente, a repetir fórmulas vacías, a evitar el conflicto. Otros, en cambio, asumen el reto con la convicción de que la medicina, como la Justicia, solo tiene sentido si se pone al servicio de las personas.

El proceso de reclamación por negligencia médica es costoso, tanto en lo económico como en lo emocional. Los honorarios del perito pueden ser elevados, pero su papel es tan determinante que escatimar en este punto puede salir mucho más caro a la larga.

Un informe deficiente puede obstaculizar la puerta a la Justicia y perpetuar la sensación de impunidad. Solo la habilidad del equipo de abogados que desarrolle el litigio puede arreglar un trabajo de peritaje mal empezado.

Para muchas familias, la reclamación judicial no es solo una cuestión de dinero. Es, sobre todo, una forma de reparación moral, de reconocimiento del sufrimiento y de exigencia de responsabilidades.

La indemnización puede aliviar en parte las consecuencias materiales de la pérdida, pero lo que realmente buscan es que se reconozca el error, que se evite que otros pasen por lo mismo, que la muerte de su ser querido no haya sido en vano.

El perito médico, en este contexto, es el puente entre el dolor y la reparación. Su trabajo puede contribuir a que el sistema sanitario mejore, a que se corrijan errores, a que se evite el sufrimiento de otras familias.

Por eso, es fundamental que la familia se sienta acompañada, que encuentre profesionales comprometidos, que no se deje arrastrar por la desesperación ni por las falsas promesas. La búsqueda de Justicia es una carrera de fondo, y cada paso cuenta.

La importancia de NO resignarse

La familia en cuyo caso me inspiro en este escrito, tras meses de incertidumbre y dolor, decidió confiar en un perito médico para analizar el caso de su hermana fallecida. Sin embargo, el informe recibido resultó decepcionante:

“Para el tiempo que tardaron en entregarlo y el coste que supuso, nos pareció bastante flojo, como al abogado de tu bufete que lo ha visto”, me cuenta el hermano de la mujer fallecida.

No obstante, la familia ha decidido que desarrollemos una reclamación legal centrada en la atención recibida por la sanidad pública y en la búsqueda de responsabilidades concretas por la gestión médica.

Seguiremos informando…

Miguel Jara & Abogados: Compromiso, rigor y humanidad

En Miguel Jara & Abogados entendemos que cada caso es único y que detrás de cada reclamación hay una historia de dolor, esperanza y necesidad de reparación. Por eso:

  • Seleccionamos peritos médicos con experiencia contrastada y sensibilidad hacia las víctimas.
  • Ofrecemos acompañamiento integral, resolviendo dudas y manteniendo una comunicación fluida con nuestros clientes.
  • Analizamos todas las posibles vías de reclamación, desde la atención sanitaria hasta otros factores que pudieran haber influido en el desenlace.
  • Respetamos la confidencialidad y la voluntad de las familias en todo momento.

La experiencia de este cliente refuerza nuestra convicción de que la consecución de Justicia exige rigor, empatía y una defensa especializada. Seguiremos trabajando para que ninguna familia se sienta sola ni desprotegida en este difícil camino.

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