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El último análisis de la carne de pollo y su influencia en la resistencia a los antibióticos

Los escándalos alimentarios están a la orden del día. No sabemos bien lo que comemos. Hace dos años por estas fechas supimos de un reportaje publicado por la agencia Reuters que documenta que los mayores productores estadounidenses de pollo están proporcionando antibióticos a sus animales de manera habitual, lejos de la revisión de los reguladores alimentarios. En España parece que las cosas no están tan mal.

El asunto no es baladí. El uso prolongado de dichos antibióticos en animales que serán luego consumidos por la población puede provocar que algunas bacterias generen resistencia a los mismos y, por lo tanto, dejen de ser útiles. Precisamente unos meses antes del citado reportaje se publicó el primer informe mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la resistencia a los antibióticos que pone de manifiesto que esta es una grave amenaza para la salud pública en todo el mundo.

En Estados Unidos (EE.UU.) el 80% de los antibióticos los compra la industria alimentaria y en el país norteamericano dos millones de personas contraen cada año infecciones resistentes a los antibióticos. La situación no es mucho mejor en España. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio sobre la carne de pollo para detectar posibles problemas de higiene, la presencia de antibióticos y de bacterias resistentes a antibióticos.Pollo1

En España se consumen 13,78 kilos por persona al año. Sin embargo esta carne, como otros alimentos frescos, puede albergar bacterias patógenas capaces de provocar intoxicaciones alimentarias.

En lo que se refiere a la presencia de bacterias psicrotróficas (que están en lugares fríos como las neveras), cuyo número es un indicador general de higiene, los resultados son aceptables en la mayoría de las muestras.

En cuanto a las bacterias patógenas (Salmonella, Campylobacter, Listeria, E.Coli), los resultados del análisis señalan que en las 42 muestras analizadas no se han detectado problemas graves.

Eso sí, según la OCU, un 88% mostraban la presencia de la bacteria Campylobacter, la bacteria patógena más frecuentemente implicada en intoxicaciones alimentarias en Europa y que entraña riesgos de infección si no se cocina lo suficiente o se manipula mal la carne de pollo. Afortunadamente, la bacteria muere con facilidad a temperatura de cocinado, por lo que si se toman las debidas precauciones no habrá problema.

Es la resistencia de las bacterias a los antibióticos el último de los aspectos analizados en el estudio de OCU. La presencia de bacterias resistentes a dichos medicamentos

resulta muy preocupante -según los responsables de la organización de consumidores-, ya que estas resistencias pasan con mucha facilidad de unas bacterias a otras. Si se sufre una intoxicación alimentaria por una bacteria que sea resistente, no se podrá tratar con alguno de los antibióticos más habituales y esto complica y alarga la recuperación además de resultar peligroso en caso de personas débiles como niños, ancianos o enfermos».

La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) está coordinando un programa de vigilancia de bacterias resistentes a antibióticos en alimentos y animales destinados al consumo humano. A la espera de conocer más sobre ello, lo que hace la EFSA es llamar la atención sobre el tema y aconsejar NO tomar antibióticos si no es preciso; extremar la prudencia, vaya.

Respecto a la presencia de antibióticos no se han encontrado restos por encima de los límites legales en las muestras analizadas, aunque es normal que los productores de pollo se esperen un tiempo suficiente a su eliminación antes de llevar los animales al matadero.

Una buena noticia es que en Europa se ha prohibido expresamente el uso de algunos antibióticos de última generación como las carbapenemas en animales y medicina veterinaria. Se ha hecho porque porque ese grupo de medicamentos claves en infecciones causadas por bacterias multirresistentes, aunque hace unos años se descubrió una cepa de la K. pneumoniae que fue resistente también a ellos. Los pollos analizados en España NO tienen carbapenemas.

Pero sí se han encontrado hasta un 77% de muestras con resistencias a betalactámicos, un grupo de antibióticos que incluye la penicilina, amoxicilina, etc, que son los antibióticos más comunes. Esto es preocupante y en honor a la verdad hay que explicar que la contaminación de nuestros organismos por antibióticos no es exclusiva del pollo. Otras carnes y alimentos también los contienen. Y hay un problema con la contaminación de aguas fecales debido al sobreuso de estos medicamentos en nuestra sociedad.

Para los que tengáis curiosidad de saber cómo está el asunto en el pollo ecológico, me cuentan en la OCU que en cuanto a bacterias ellos sólo han analizado una pechuga de un pollo con denominación ecológica y que los datos eran algo mejores que los del pollo no «bio» pero que al ser una muestra tan poco representativa, un sólo ejemplar, que no lo han incluido en las conclusiones.

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Los datos de los análisis de otras asociaciones de consumidores indican que el pollo ecológico tiene las mismas bacterias aunque en menor cantidad. Por lo que respecta a los antibióticos, en la ganadería ecológica no han de usarse más que en casos muy justificados y las condiciones de cría, en las que no se da la aglomeración que sí se produce en las granjas industriales del pollo convencional favorecen el mucho menor uso.

A la vista de los resultados y para prevenir posibles intoxicaciones OCU aconseja:

No lavar el pollo porque no sirve para eliminarlas y solo puede facilitar el reparto de bacterias por la cocina.

– Lavar en profundidad los instrumentos utilizados para cortar y preparar la carne de pollo antes de volver a usarlos.

Cocinar la carne en profundidad. Nunca se debe dejar semi cruda y hay que asegurarse siempre que el centro está bien cocinado.

– Extremar la higiene de las manos antes y después de manipular la carne cruda».

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