Hace unos días leí en el diario El Mundo una información en la que su protagonista, contaba, había pasado 37 días ingresada en Psiquiatría de un hospital con un «diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)». El problema es que esa es la típica enfermedad polémica desde su nacimiento y hay quienes la consideran inexistente o «inventada».