Presiones industriales, conflictos de intereses, una agencia reguladora de fármacos que abandona su responsabilidad de proteger a la ciudadanía, puertas giratorias, invención de enfermedades, uso de variables de dudosa entidad en la investigación clínica y explotación de la mujer con argumentos pseudofeministas, son unos cuantos ingredientes de la aprobación de Addyi (flibanserina), la «Viagra femenina».
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El País Semanal ha publicado un extenso y documentado reportaje titulado Enganchados al porno «on line». Hay detalles morbosos para el que quiera pero a mí me interesa lo «saludable» del asunto. El gusto «excesivo» por el sexo o «adicción» al mismo ha tratado de conceptualizarse como una enfermedad.