Esta mañana me entrevistaron en Punto Radio, compartí espacio con Amelia, que ha visto cómo su marido quedaba postrado en una cama tras vacunarse a principios de diciembre contra la gripe A. Ahora les contaré la historia de este hombre pero ante quería preguntarme en voz alta ¿en qué sociedad vivimos, por qué hay tanto miedo a este tema (en particular entre numerosos profesionales sanitarios), qué intereses mueven las fichas entre bambalinas? Todo esto estaba anunciado que ocurriría.

Sueños1

La narración de los hechos de esta familia coincide en un punto muy preocupante con el caso de muerte por efectos adversos tras la inyecta de la vacuna contra la gripe A que les contaba el otro día: una especie de silencio cómplice no permite que estas personas supieran siquiera cual era la marca de la vacuna que les aplicaban. Es más, el hijo de Amelia y José, que es como se llama el afectado, tras ver que su padre se ponía malo tras vacunarse acudió al centro de salud Los Bermejales de Sevilla, donde le habían aplicado la inyección, para preguntar cual era la vacuna que le habían puesto. Como «se hizo el tonto», según él mismo me cuenta, consiguió que una enfemera le escribiera a mano un nombre en un post it: Pandemrix, del laboratorio GlaxoSmithKline. Al comentar él que su padre se había puesto muy mal por ello la enfermera le quitó el papel y fue derivado a un superior que le dijo que lo que estaba contando era muy grave y ante la insistencia del joven de pedir que le dieran por escrito toda la información de la vacuna aplicada, este directivo le dijo que tendría que pedirla a instancia superiores. Y así continúa la familia, a la espera de tener una información básica a la que todos tenemos derecho.

Esto mismo comentaba yo esta mañana en ese programa de radio cuando Amelia se derrumbaba y pedía explicaciones por lo que le ha ocurrido a su marido argumentando que lo que quiere es que nadie más pase por lo que su familia está sufriendo.

José acudió a principios de diciembre al citado centro sanitario para acompañar a un amigo que se puso la vacuna. Pese a que unos médicos suyos le habían desaconsejado hacerlo por el poco tiempo en el que se ha fabricado y que por tanto su seguridad no está garantizada, se decidió por hacer caso a su médico de cabecera, que le había dicho que era «grupo de riesgo». A los cinco días de vacunarse sufrió una parada cardiorespiratoria y lo ingresaron en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, entrando en UCI en estado muy grave, quedando con respiración asistida por traqueotomía, suero y sonda nasogástrica.

El paciente posteriormente sigue con agravamiento, como bajadas de tensión y arritmias, neumonía, derrame pleural y estado comatoso inducido por la medicación, poco a poco va mejorando hasta que lo pasan a planta del mismo hospital. Los médicos del Virgen del Rocío han informado a la familia que el paciente ha quedado con encefalopatía postanóxica [lo que provocó la muerte del futbolista también sevillano Antonio Puerta], sufriendo temblores en manos, sin memoria, sin poder caminar, postrado en una cama, dependiente al 100%.

El fiscal de Andalucía tiene la información. Es inexcusable que se investiguen este y los demás casos de muerte o graves efecto adversos que posiblemente estén causados por las vacunas contra la gripe A. Es una cuestión de salud democrática que exige que luego se depuren las responsabilidades de los laboratorios y de la propia Administración. La campaña contra la gripe A comenzó de manera escandalosa. Pronto buena parte de los profesionales sanitarios y de la ciudadanía se dieron cuenta de lo que tantas autoridades sanitarias no han visto o no han querido ver, que era un fabuloso negocio. De hecho, a día de hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha dado por terminada su campaña. Estas son las consecuencias de haber emprendido una vacunación masiva contra una pandemia inexistente.

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Tamiflu, el conocido medicamento antiviral, del que tantos países, incluida España, compraron millones de dosis en 2009 para la “pandemia” de gripe A, caduca. Es la crónica de una muerte anunciada. Pandemia no hubo pero sí pelotazo de varias farmacéuticas y en entre ellas Roche, que fabrica este (casi inútil, además) medicamento. Se sabía que sobrarían muchísimas dosis, que sería un despilfarro consentido y esto lo confirma.

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Publico este escrito a modo de Carta al director que me envía José Manuel Echevarría, MSc PhD, especialista en Microbiología y Parasitología, investigador titular de OPI, socio fundador de la Sociedad Española de Virología. Echevarría nos escribe sobre algunos aspectos de la pandemia inexistente de gripe A. Ha escrito una novela inspirada en dichos acontecimientos, ¿Alerta Pandémica?, que yo ya he encargado.

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Estimado Miguel:

Escuché hace unos días en la radio una entrevista en la que te oí hablar sobre algunos aspectos de la pandemia de gripe de 2009. Soy virólogo -con ya muchos años de profesión-, y ese tema captó mi interés durante algún tiempo tras el comienzo de la epidemia en México. Comparto buena parte de las opiniones que expresaste sobre ese asunto en la entrevista, aunque no coincida contigo en apreciar que el interés que tal vez pudiese haber movido aquello fuese vender vacunas, como suele pensarse. Contra lo que muchas veces se dice, las vacunas rara vez son un gran negocio para las compañías farmacéuticas, algo muy distinto de lo que puede suceder con los medicamentos antivirales. Si hubiese que especular sobre la influencia indeseable de algún interés comercial en la declaración de la pandemia, habría que ir más bien por ahí. Te sugiero que escojas ese camino si deseas en verdad investigarlo.

Por lo demás, siempre me sorprende que quienes han criticado públicamente la actuación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en ese tema –como fue el caso notorio del doctor Wolfgang Wodarg, promotor de la investigación iniciada por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 2010- no acierten nunca a identificar y señalar la cuestión clave. La declaración de la pandemia fue formalmente correcta y si pudo ser así fue sólo porque los criterios acordados por los expertos de la OMS para poner al sistema internacional de vigilancia de la gripe en el nivel seis de alerta (nivel de alerta pandémica) se cambiaron en plena coincidencia con el comienzo del brote epidémico en México.

Esos cambios comenzaron a gestarse en 2003 con motivo de la alarma de la gripe aviar y su resultado permitió que un virus gripal del subtipo H1 motivase la declaración de una alerta pandémica, cosa muy difícil si los documentos anteriores hubiesen seguido vigentes. Era manifiestamente predecible para cualquier virólogo bien formado -yo nunca presté hasta entonces atención especial a esos virus y nunca me cupo duda- que ningún virus gripal tipo de ese subtipo fuese a originar la grave pandemia que la OMS decía temer, sino más bien que habría de comportarse como lo hizo de hecho el «virus de la gripe A nueva». Los hechos de la pandemia justificaron de sobra esa predicción y algunas publicaciones científicas de muy alto nivel aparecidas entre 2009 y 2012 han ofrecido datos importantes en su respaldo. Estas opiniones se expresaron, ya en agosto de 2009, en un documento de divulgación firmado por la Dra. Pilar León Rega y publicado en Internet con el título Gripe A nueva: algunas cosas que quizá no sabías. Merece la pena verlo para comprobar lo que ya entonces una profesional como la Dra León fue capaz de señalar. Por mi parte, expresé opiniones muy coincidentes con las de ella en la conferencia que pronuncié sobre ese tema en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid en noviembre de ese mismo año, por invitación de su Departamento de Microbiología.

Lo que habría que hacer ahora, en mi opinión, es presionar para que se restauren los criterios anteriores a esos cambios y para que se analice la conveniencia de modificarlos a la luz de lo que sucedió con ese virus. Pienso también que los profesionales de los medios de comunicación debieran ayudar a conseguirlo. Ese debate no habría de dañar, como se ha dicho a veces, la imagen de la OMS, aunque tal vez sí pudiese poner en entredicho la competencia de su directora general y de algunos de los miembros de su equipo. Sin embargo, no pienso que eso fuese grave. Lo que importa es la institución y también todo aquello que haga posible que las personas que la dirigen y asesoran sean siempre las mejores de que se disponga.

Siempre me ha interesado mucho la divulgación de la ciencia y siempre he pensado que esa clase de narrativa que suele conocerse como “ficción científica” constituye un medio muy eficaz para divulgar conocimiento científico, si se ejercita con conocimiento y se sabe ser ameno. La pandemia gripal de 2009 tuvo amplia repercusión en los medios de comunicación y su seguimiento suscitó no poco interés entre los ciudadanos. En consecuencia, decidí un día abordar la tarea de divulgar conocimiento sobre los virus de la gripe, y sobre las circunstancias que entonces se vivieron, mediante un relato de esa clase. Así fue como nació ¿Alerta Pandémica?, una novela que publicó Editorial Meteora en el otoño de 2011. Es sólo una novela, es decir, un relato de ficción, pero pienso que comunica muchas cosas de interés en relación con la gripe y que el relato que sirve de marco para la transmisión de ese conocimiento entretiene al lector y suscita, también, su interés. La hipótesis de la influencia indebida de intereses comerciales en la declaración de una pandemia gripal se expone con amplitud en la novela, aunque deseo resaltar que no supone en absoluto una denuncia de nada. Eso hubiese requerido una investigación rigurosa que yo, por descontado, no he llevado a cabo.

Ha sido un placer contactar contigo.

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Habrán leído que el Parlamento Europeo ha aprobado un informe en el que advierte del elevado gasto sufragado para adquirir vacunas contra la gripe A en 2009 y 2010 y ha reclama revisar los planes de prevención y gestión de futuras epidemias de gripe para aumentar su eficacia y coherencia.

Los eurodiputados critican el gasto de miles de millones de euros para adquirir vacunas contra la cepa H1N1 que provocó la muerte de 2.900 personas en abril de 2010, frente a las 40.000 atribuidas a la gripe estacional y han reclamado una mayor colaboración entre los estados miembros para aumentar la eficacia de planes de prevención de pandemias futuras. También han pedido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que revise su concepción de pandemia, teniendo en cuenta su gravedad y no sólo la extensión geográfica en el futuro. Y que de paso también revise los conflictos de intereses en los que incurren muchos de los científicos a los que consulta sobre epidemias y vacunaciones, que fue la clave de la pasada inexistente pandemia.

Los eurodiputados han reclamado más financiación para combatir futuras pandemias. Parece como si se esperera siempre a alguna pandemia. Y puede que no vayamos muy desencaminados. Si la cepa de gripe H1N1  no consiguió «su cometido» quizá lo logre la H2N2. El mismo periódico del que tomo la información anterior publica un día después sobre La ‘amenaza fantasma’ de la gripe del ‘baby boom’. La información se basa en lo publicado la pasada semana en la revista Nature (la revista científica de mayor impacto) firmado por científicos de EE.UU. que trabajan en un centro de investigación de vacunas de los Institutos Nacionales de Salud estatales y que no declaran sus posibles conflictos de interseses. Estos piden que se tomen ya medidas para evitar «la próxima pandemia de H2N2». Ésta es una cepa que causó entre uno y cuatro millones de muertes desde 1958 y durante la mayor parte de la década de los 60. Variantes mutadas de ese virus aún están presentes en aves y cerdos, al igual que las causantes de varias alertas sanitarias en los últimos años.

Además, estos científicos recuerdan que la población menor de 50 años no tiene apenas resistencias contra el H2N2, debido a que se dejaron de administrar vacunas contra esta variante tan pronto como desapareció la pandemia entre humanos, para ser sustituida por la actual gripe común. Por ello, recomiendan que se vuelva a administrar esta vacuna hasta inmunizar a la población, o bien que se vaya preparando desde ahora la respuesta a una eventual pandemia, ya sea apilando existencias para poder distribuirlas con rapidez o, al menos, preparando a la industria por si tuviera que empezar de nuevo a fabricarlas masivamente.

En fin, con el cuerpo del muerto pandémico de la gripe A todavía caliente sobran los comentarios, por respeto al difunto, pero quizá estemos ante la preparación de una nueva campaña de marketing del miedo para hacer otro gran negocio vendiendo antivirales y vacunas.

Más info: En el libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo.

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